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El Camino de Santiago, tres décadas transformando Lugo: de 300 plazas de albergue a más de 5.400

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA LUGO / LA VOZ

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Peregrinos sin plazas donde dormir en Sarria en el años 2001
Peregrinos sin plazas donde dormir en Sarria en el años 2001 MACÍAS

En 1993 marcó una nueva etapa de la ruta jacobea y en la provincia se empezó a construir una infraestructura de servicios en el rural

23 abr 2023 . Actualizado a las 10:50 h.

En 1993 el Camino de Santiago fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO y cambió el rumbo de la ruta jacobea. Las administraciones se volcaron en captar peregrinos con promoción internacional. El Camino Francés, que en su mayoría discurre por Lugo, fue la primera ruta que comenzó a llenarse de peregrinos y con ellos se construyeron infraestructuras por numerosas aldeas de la provincia.

Hace 30 años, solo había los 13 albergues públicos que formaban parte de la red construida por la Xunta en el Camino Francés. Sumaban unas 330 plazas oficiales. A día de hoy, las de la ruta francesa ya no son las únicas sino que han proliferado en las demás variantes. Los albergues turísticos ya suponen más de 5.400 plazas. Una gran parte, 3.625, pertenecen al camino de O Cebreiro. 

La Xunta proyectó la red de albergues en 1991 en trece localidades de la provincia de Lugo. Fueron O Cebreiro, Hospital da Condesa, Triacastela, Calvor, Barbadelo, Ferreiros, Portomarín, Gonzar, Ventas de Narón, Ligonde y Palas de Rei. Además, también funcionaban el albergue del monasterio de Samos y del Convento de la Merced de Sarria. 

En 1993, como Patrimonio Mundial y con una gran campaña detrás, el Camino marcó cifras históricas y empezó su nueva etapa de crecimiento. Los peregrinos empezaron a llenar todas las plazas de la provincia en temporada. En aquellos años era impensable reservar una cama, así que los caminantes se apelotonaban a media mañana a las puertas de los centros públicos para tener algún sitio donde dormir.

Colas de peregrinos en Palas de Rei en el año 2001, cuando todavía no había oferta privada
Colas de peregrinos en Palas de Rei en el año 2001, cuando todavía no había oferta privada No disponible

Aunque en verano la única opción de muchos era dormir al raso, se buscaba cualquiera alternativa. Los vecinos de las aldeas por las que pasaba el Camino les dejaban dormir en sus casas o mismo en sus palleiras, y los concellos habilitaban pabellones polideportivos. Apenas unos años después, los alcaldes de todos los concellos de Lugo clamaban por la construcción de más albergues públicos.

Mientras, recomendaban a los peregrinos llevar con ellos una tienda de campaña. Esta avalancha de caminantes se vivió en los años 90 en la ruta francesa aunque, con el auge de las demás, variantes también se reprodujo en el del Norte o el Primitivo sobre el 2009. 

El peregrino de hotel no llegó al Camino hasta hace unos años, así que en aquel momento acudir a una casa rural o una pensión era la última de las opciones. Aun sí, ante la falta de plazas, las primeras casas de turismo rural, muchas abiertas dentro del Plan Xacobeo, también hospedaron a los caminantes.

Los alcaldes tuvieron que luchar por convencer a los vecinos de invertir en un alojamiento privado dedicado al Camino porque en un principio los locales no veían a los peregrinos como una fuente de beneficios, sino como visitantes sin presupuesto que pasaban de manera puntual. 

De hecho, los primeros albergues oficiales de particulares no se abrieron hasta el 2004, cuando el número de caminantes ya se había multiplicado. Fueron en la localidad de Sarria, el mismo año, Los Blasones, Don Álvaro, Durmiñento y Casa Carmen, en Barbadelo. El número de alojamientos se disparó en apenas unos años. En el 2006, solo en Sarria había 700 plazas, que se multiplicaron hasta las 1.022 en el 2009, contando con hoteles y pensiones.

De solo albergues a viviendas de uso turístico

Los primeros datos registrados por el Instituto Galego de Estatística de las plazas y establecimientos turísticos son del año 2012. En toda la provincia de Lugo había 50 albergues, que suponían 1.662 plazas. De ellas, 1.439 pertenecían al Camino Francés, con 46 negocios.

Las 4.000 que se sumaron en los últimos diez años solo en este tipo de alojamientos no son todo lo que ha creado el Camino, ya que cada vez se diversifica más dónde se duerme al final de una etapa. Gracias al Camino, la provincia de Lugo ganó hoteles, pensiones y, en los últimos años, viviendas de uso turístico. Actualmente solo en la comarca de Sarria hay 117, con 676 plazas. 

Los hospedajes son los principales negocios que trajo la ruta jacobea. Aunque muchos de ellos también ofrecen comidas, por las aldeas de la provincia fueron aguantando o apareciendo restaurantes que complementaban la oferta a los peregrinos. Se creó así una gran infraestructura de servicios por el interior de la provincia.

Mónica López, dueña de uno de los primeros albergue del Camino: «Llegó un momento que hubo tanta gente que redujimos plazas de literas a camas»

U.C.

En el año 2004 abrieron los primeros albergues con reconocimiento oficial. Uno de ellos fue Don Álvaro, en Sarria. Mónica López, la dueña, vio pasar a los primeros peregrinos, llenó el albergue en el bum del Camino y se tuvo que adaptar a competir con cientos de negocios.

—¿Qué le llevó en el 2004 a dar el paso de abrir el albergue?

—Compramos la casa para nosotros, pero era demasiado grande. Coincidió que un cliente de la tienda que teníamos era una de esas personas que metía peregrinos de tapadera en casa, y nos dio la idea de dedicar la casa al Camino para ayudar a pagar la hipoteca o los gastos. No teníamos mucha idea de qué teníamos que hacer pero los peregrinos que había eran suficientes para los cuatro negocios que éramos.

—¿Cómo cambió la atención?

—Cambió muchísimo. Al principio estaba muy mal visto hacer reservas, aunque nosotros siempre lo hicimos. Antes te llamaban y ahora en todo por Booking. Todos caminaban con mochila, y cuando empezó a haber empresas de transporte hubo quejas porque algunos llegaban antes a los albergues que otros. La gente se metía en casas de vecinos y dormían en cualquier sitio. Al principio los caminantes eran mucho más agradecidos, ahora es todo más de hotel, cuanta más facilidad hay parece que va a peor. La esencia la siguen guardando los peregrinos de largo recorrido, que antes de Galicia ven cómo era el Camino hace años.

—¿Cómo llevó que la oferta de albergues creciese tanto?

—Al principio era mucho más complicado tener los permisos para ser albergue, ahora valen pisos, bajos comerciales... Nosotros empezamos con 26 y ampliamos hasta 47 plazas, pero llegó un punto que había tanta gente que redujimos literas a camas, y volvimos a 29. Lo que tenemos es más calidad y comodidad, para poder atender mejor.