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Matamá, la tierra de expertos canteros

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

La parroquia hace un gran esfuerzo en la actualidad por recuperar su enorme patrimonio

22 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Decía Francisco Ávila y la Cueva en su historia de las parroquias de la provincia, escrita a mediados del siglo XIX, que, en el siglo XIII, Matamá se llamaba Matamala. No aporta más datos al respecto ni se vuelve a rastrear este topónimo posteriormente. El filólogo Gonzalo Navaza sostiene a este respecto, en su trabajo Fitotoponimia galega, que Matamá se corresponde etimológicamente con una tierra de mala calidad o dificultosa para la realización de trabajo.

En la web del Concello de Vigo se añade que no se la puede considerar una parroquia hasta el siglo XIV, aunque también indica el canal municipal que los primeros libros parroquiales se corresponden con mediados del siglo XVII. En el Archivo Histórico Nacional hay un documento de 1489, correspondiente a un foro del monasterio de Oia a un labrador de Matamá, llamado Álvaro da Cabreira, en el que se designa la zona como feligresía.

Todas estas referencias históricas se diluyen en el tiempo cuando nos situamos ante los distintos conjuntos de petroglifos que se reparten por la parroquia, en cuyo territorio se sitúa una buena parte de la factoría de Stellantis. Las manifestaciones de grabados rupestres de la Edad de Bronce son abundantes en la zona, destacando entre todas ellas, la denominada Millaradas I, situada en A Xesteira, porque aparece representado un ciervo. Se da la circunstancia de que muy cerca de la factoría de Stellantis se encuentra otro conjunto, conocido como de Redondelos.

Estos trabajos en la piedra podrían considerarse como un antecedente de una profesión que tuvo mucho predicamento en Matamá. Fueron muy famosos los canteros nacidos en la parroquia. Muchos de ellos ayudaron a levantar la arquitectura de piedra del Vigo del cambio de siglo XIX al XX. Era habitual en el pasado que esta profesión estuviera muy ligada a la presencia de canteras, algo que ocurre en esta parroquia, aunque ya no funcionan. De hecho, la Comunidad de Montes de Matamá emprendió hace años la tarea de cerrar los enormes agujeros de donde se extrajo el material para dar vida a los diseños proyectados por arquitectos del renombre de Antonio Palacios, Michel Pacewicz o Jenaro de la Fuente Domínguez. Curiosamente, hasta el golpe de Estado de 1936, existió la Sociedad de Monteros y Canteros de Matamá, que funcionaba como un gremio que marcaba de forma conjunto el salario que recibían sus asociados. También quedó en el callejero de la parroquia el recuerdo de aquella profesión. Para cerrar el capítulo de la piedra grabada recordamos los petroglifos de Lama de Moo, Sombreiros y Millaradas II.

Si los petroglifos son las muestras artistas más antiguas en Matamá, hay que acudir a los castros para conocer los espacios habitaciones más remotos en el tiempo. Nuevamente, junto a la industria actual, representada por Stellantis, se sitúa un poblado de la Edad de Hierro. Está en Parada y se le conoce como Os Castros. Según el catálogo arqueológico municipal, este yacimiento presenta restos de un foso en el norte y sudoeste, pero también se explica que está muy afectado por construcciones recientes. El otro poblado castreño está en el otro lado de la parroquia, ya casi llegando a Valadares. Es el castro de Beirán, con dos fosos defensivos. Hay que explicar que estos dos castros no están excavados por lo que no es fácil distinguirlos.

Desde el punto de vista administrativo, Matamá perteneció al Val de Fragoso hasta 1837, momento en el que se implantó la actual división provincial de España. Aquel importante cambio conllevó la reestructuración de los municipios. Matamá, aunque trató de conseguir su propio municipio, fue integrada en el Concello de Bouzas. En 1904, con la desaparición de este último ayuntamiento, Matamá se incorporó definitivamente al Concello de Vigo.

La advocación religiosa de la parroquia está centrada en la figura del apóstol san Pedro. Su iglesia, según todas las fuentes actuales, fue fabricada a finales del siglo XVIII, y se le atribuye una factura neoclásica. Sin embargo, la destacada figura de su torre-campanario apunta hacia los cánones barrocos gallegos, al igual que algunos elementos decorativos de placas. Señala el que fuera cronista oficial de Vigo José Espinosa, en su libro Tierra de Fragoso, que en su interior se guarda un retablo que perteneció a la antigua colegiata de Vigo. Añade que fue comprado en 1816 al Concello de Vigo por 3.000 reales.

No muy lejos de este templo se encuentra la capela de San Mauro o Amaro, elemento muy importante de la parroquia debido a la gran devoción tradicional que tuvieron y tienen los habitantes de la zona. De hecho, la festividad de este santo es celebrada a mediados de enero con gran actividad. Es la primera romería del año. Ya en el cementerio parroquial se sitúa el único cruceiro que existe en la zona. Tiene un grabado en el que se recoge la fecha de 1691 y que fue mandado hacer por el presbítero Pedro Comesaña Beirán.

Existe otro edificio religioso en la parroquia aunque ya se encuentra abandonado. Se trata de la capilla de la Santa Soedade, situada en Budiño.

En la parroquia se encuentran algunos molinos, como los situados en Balsa y Carneiras, así como varias fuentes y lavaderos. Buena parte de ese territorio está recorrido por un sendero que atraviesa el parque forestal de OMaruxento, donde existe una laguna, el molino de A Regueira o el mirador de Outeiro de Deus. Ya hace unos años que la parroquia logró deshacerse del basurero que la ahogaba.

Ahora, de la mano del colectivo Malaherba, trata de recuperar el enorme patrimonio material e inmaterial que atesora. Fruto del mismo son las fiestas de la Sementeira o la Colleita do Millo.