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El ciclista peregrino completa en 29 días 4.460 kilómetros pese a un atropello

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

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Arturo Piñeiro inició el recorrido con su inseparable bicicleta en Estambul el pasado 14 de septiembre
Arturo Piñeiro inició el recorrido con su inseparable bicicleta en Estambul el pasado 14 de septiembre

Arturo Piñeiro fue arrollado por un vehículo a la salida de Génova, pero logró finalizar el camino desde Estambul

18 oct 2025 . Actualizado a las 21:15 h.

Asimilando su última aventura se encuentra todavía Arturo Piñeiro, el ciclista peregrino de Boiro que lleva varios años cubriendo largas distancias desde diversos puntos de Europa y la catedral de Santiago. En esta ocasión, Estambul fue el lugar de partida el 14 de septiembre. Llegó a la plaza del Obradoiro el pasado lunes y todavía le quedaron fuerzas para pedalear hasta Fisterra y ver una espectacular puesta de sol. Desde allí emprendió el regreso a casa, sumando un total de 4.460 kilómetros.

Ni siquiera el atropello que sufrió en mitad de la ruta detuvo al aventurero barbanzano. Ocurrió el 29 de septiembre, cuando Arturo Piñeiro se disponía a abandonar Génova tras haber entablado conversación con un grupo de españoles que se encontraban de excursión en la ciudad: «Un coche se saltó un stop y me llevó por delante cuando estaba poniendo rumbo a San Remo». Lo sabe porque se lo contaron posteriormente, puesto que en el momento perdió el conocimiento y quedó tendido sobre el asfalto.

Cuando recuperó la conciencia, el boirense estaba rodeado de medios de emergencias y a punto de ser trasladado en ambulancia a un centro hospitalario. Rechazó esta opción: «El coche me debió golpear la alforja de atrás, porque la bicicleta estaba en perfectas condiciones y como yo no tenía nada roto, decidí continuar».

Cubrió como pudo la etapa que había diseñado para ese día y recortó el recorrido de la siguiente jornada tras levantarse dolorido: «Aún así, hice 125 kilómetros en ocho horas». No recuerda con claridad buena parte de aquellos momentos: «Simplemente me marqué como meta seguir pedaleando para llegar a casa». Pero llegó a temerse lo peor: «Envié la ubicación a mi grupo de amigos por si me pasaba algo».

Pero se recuperó a tiempo para disfrutar de las hermosas panorámicas que le brindó la costa francesa y cuando alcanzó Roncesvalles respiró tranquilo: «Sabes que estás en casa, que ya puedes dormir en los albergues del Camino y que no vas a tener el obstáculo del idioma».

El ciclista peregrino boirense, a su llegada a Compostela
El ciclista peregrino boirense, a su llegada a Compostela

Cara y cruz del viaje

Como en las aventuras realizadas con anterioridad, Arturo Piñeiro partió de Boiro sin concertar reserva alguna, preocupándose cada día por buscar dónde dormir: «Tuve los contratiempos habituales con la ubicación de algunos alojamientos, pero la gente fue muy amable y me ayudó cuando lo necesité». Del recorrido, destaca la pobreza que halló en Serbia y Bulgaria, situando en el lado opuesto de la balanza Eslovenia: «Es un país verde, con unos bosques impresionantes y muy avanzado, con un carril bici interminable».

Tras llegar al Obradoiro y recoger la compostela, el boirense puso rumbo a Fisterra: «Tenía ganas desde hace tiempo, pero siempre llegaba a Santiago justo de fuerzas. En esta ocasión, como el tiempo acompañaba, prolongué el trayecto y disfruté de una puesta de sol impresionante».

Arturo Piñeiro contempló la puesta de sol en Fisterra
Arturo Piñeiro contempló la puesta de sol en Fisterra

Y desde la punta más occidental de Galicia, el martes emprendió, de nuevo montado en su bicicleta, el camino hacia Boiro. Hizo ese último tramo rememorando lo vivido, más convencido que nunca del acierto de haberse fijado este nuevo reto: «Sé que puede resultar difícil de entender, pero yo no cambio estas vacaciones por el mejor crucero del mundo ni por el hotel más lujoso. Es así como encuentro la paz y consigo desconectar por completo de una sociedad que cada día es más estresante».

Dio las últimas pedaladas arropado por un grupo de integrantes del Club Ciclista Barbanza que salieron a su encuentro, entre los que había varios niños. Servirles de ejemplo es para Arturo Piñeiro la mejor de las recompensas tras el esfuerzo realizado durante el último mes.

Miembros del Club Ciclista Barbanza recibieron al aventurero
Miembros del Club Ciclista Barbanza recibieron al aventurero

A diferencia de años pasados, cuando llegaba a Boiro con un nuevo reto ya pululando por su cabeza, en esta ocasión todavía no tiene clara la aventura en la que se embarcará el próximo septiembre. Duda entre subirse de nuevo a la bici en algún punto de Europa o explotar su nueva faceta de corredor de montaña, sumándose a una prueba de 350 kilómetros que se realiza en los Alpes: «Me haría mucha ilusión participar y ahí, por la edad, voy contrarreloj».