
Fieles a la tradición y sin perder de vista la alimentación saludable, las casas de comidas han ido incorporando clientela gracias a su oferta diaria, con mucha variedad de recetas y sin rascar el bolsillo
26 sep 2025 . Actualizado a las 14:10 h.El menú del día viene de años complicados, a la sombra de los menús degustación de la alta cocina, con corrientes saludables invitando a comer cada vez menos y con la amenaza de una inflación que ha provocado más de una ruina céntimo a céntimo, por la imposibilidad de defender precios populares y cierta calidad. Algunos han optado por regresar a la carta o por retirar opciones. Otros han mantenido el tipo, como el restaurante Barrigola, en Santiago, precisamente porque el menú era su gran apuesta y siempre hubo mucho trabajo detrás. Carlos Noya, su propietario, se inició en el bar de sus padres, junto a la estación de tren, y tras un interesante periplo vital y profesional, incluyendo estancias en Londres y México, ha conseguido hacer lo que le gusta, que es disfrutar alimentando bien a sus clientes. «Le doy vueltas a las cosas y le pongo imaginación», reconoce Noya, que tiene en mente unas 90 ensaladas, de ahí que nunca falten entre sus opciones de primeros platos. Él busca recetas y las lleva a sus propuestas tratando de defender los precios, y respetando siempre la denominación de los platos. El emprendedor reconoce que existe un cierto choque entre el perfil de los clientes que llegan por primera vez al Barrigola guiados por el precio del menú —15 euros, con dos platos, postre «y café», remarca— y algunos productos y creaciones que no son habituales en esos rangos económicos «y que no se esperan». Todas las semanas introduce algún sándwich de diseño. Para los segundos juega con dos carnes, una de ellas a la plancha, y un pescado, «el 95 % de las veces también a la plancha». Esta semana, por ejemplo, arrancó con una ensaladilla artesana, caldo gallego o milhojas de tomate y queso fresco; y de segundo, solomillo al Oporto, pescaditos con cachelos o codillo asado con sus patatitas. En los postres, todos caseros, no hay margen para la dieta: flan de café, tarta de piña o pudding son algunos de sus clásicos.
El ojo de Noya para acertar con la comida saludable —él mismo ha conseguido bajar cien kilos de peso. Sí, cien kilos—, le ha permitido adentrarse en otras aventuras y capear mejor las debilidades de la hostelería del día a día, con clientes que notan el fin de mes, de ahí que también se haya especializado en hacer menús para centros educativos —diez en estos momentos— y que también haya sabido captar a grupos con los que negocia previamente el diseño de las comidas y a los que también logra agradar con su particular receta: calidad, precio y capacidad para innovar, algo que agradecen los que repiten varios días a la semana en el Barrigola.
Un punto de referencia

En la avenida Benigno Rivera, en pleno polígono de O Ceao de Lugo, Casa Balbina se ha convertido en un punto de referencia para quienes buscan un menú del día abundante, casero y a buen precio. Por 13 euros, solo 50 céntimos más que hace unos años, los clientes pueden disfrutar de dos platos a elegir entre al menos cuatro opciones, además de postre, café, pan, agua y vino de la casa. El local ofrece también carta para quienes prefieren un plato a su medida.
La cocina se basa en producto fresco y recetas tradicionales. Los callos, seña de identidad del restaurante, se sirven a diario por la alta demanda, mientras que el popular churrasco solo incrementa el precio en un euro.
El menú del lunes ilustra bien la variedad que caracteriza al establecimiento: entre los primeros se podían elegir platos como risotto, menestra, ensalada mixta, callos, lentejas o fabada, mientras que, en los segundos, la oferta incluía churrasco mixto, picantón a la parrilla, carrilleras al vino tinto, lomo asado con salsa de champiñones o una parrillada de pescado con lubina, caballa y lenguado.
El dulce también marca la diferencia. Los postres caseros, elaborados por su propio pastelero, incluyen tartas de castaña o de turrón, además de las clásicas de café y queso. Quienes prefieren algo más ligero pueden optar por fruta o macedonia.
El establecimiento dispone de un amplio comedor principal, otro con capacidad para 50 personas y un tercero, más reservado, para 14. «Al día atendemos a unas 150 personas», explica el gerente Marcos Gómez, satisfecho con la fidelidad de su clientela.
Con su ambiente acogedor y el sabor de la cocina de siempre, Casa Balbina demuestra que comer fuera de casa puede sentirse como volver al hogar, convirtiéndose en uno de los menús del día más apreciados de la ciudad lucense.
Un menú a la carta

En Barbanza es posible disfrutar de un buen menú del día a la carta. Como lo leen. El asador Más Batea de A Pobra do Caramiñal abrió sus puertas la pasada primavera con una filosofía muy concreta: productos de calidad y de proximidad, una carta corta y el factor sorpresa, que se traslada también al menú diario. Lo explica Pepe Liñayo, encargado del establecimiento situado en el corazón de la villa pobrense: «Temos unha carta diferente para cada día da semana, é reducida, pero sempre hai tres entrantes, dous peixes e dúas carnes, ademais das suxestións do día, que poden ser catro ou cinco, co cal hai bastante variedade para elixir».
Diseñar una propuesta cada día requiere un esfuerzo importante, por eso en Más Batea no se desperdicia nada, y el producto que no tiene salida en la carta pasa a formar parte del menú del día de la jornada siguiente. Eso permite a los clientes degustar platos de todo tipo a un precio más reducido del que tendrían, si se piden a la carta: «Un día ata puxen ameixas no menú».
En un ambiente que, haciendo gala al nombre elegido para el restaurante, simula una batea como las que forman el paisaje de la ría de Arousa, no podían faltar los productos del mar. En la carta siempre hay dos pescados, que pueden ser coruxo, merluza, lenguado, rape, lubina o bacalao, que son las especies con las que trabajan habitualmente en el asador, y que varían cada día en función de la disponibilidad. Esto supone que cualquiera puede llegar a comer entre semana y encontrarse con una buena ración de lubina en el menú del día. «Sempre poñemos produtos da carta, non mercamos costeletas de porco, por exemplo, para facer un menú do día específico. Se hai churrasco ou entrecot do día anterior, poñémolo», señala Pepe.
Esta forma de trabajar no solo facilita al establecimiento la gestión del producto y reduce el desperdicio de alimentos, sino que ofrece al cliente variedad —ya que cada jornada hay una propuesta diferente y eso es importante para quienes comen fuera a diario— y el comensal tiene la garantía de que está consumiendo un plato de calidad. No hay, eso sí, opción a elegir, y el menú del día está compuesto por una propuesta única que incluye un primer y segundo plato, agua y café, por un precio de 18 euros.
Comida casera

En pleno Camiño de Fisterra-Muxía, en Dumbría, en Casa Manola el menú del día es la opción estrella de lunes a viernes. Comida casera y abundante son las claves de su éxito, lo que los lleva a servir unos cien menús a diario.
Lucía Pena Rodríguez es la responsable de este restaurante que a su vez dispone de albergue en la parroquia de Olveiroa. Con una plantilla de diez personas, abrieron en el 2018 y siete años después siguen con la misma filosofía: «En inverno traballamos o menú do día para os traballadores, e no verán, para os traballadores e os peregrinos». Ese es su cliente habitual.
Por 13 euros, el precio consolidado en la zona, ofrecen un primer y un segundo plato, bebida, postre y café. «Sempre temos tres primeiros e tres segundos, e se se nos acaba un prato, logo armamos outra opción», explica la también cocinera. Hay días en los que la oferta no varía. A destacar, los jueves de cocido y los lunes de churrasco mixto.
Otra opción desde luego llamativa es la pizza, cuya masa elaboran artesanalmente. «Hai que ter de todo: algo de ensalada, de pota e de prancha; en verán, ensaladiña e cando remata, cocido; xudías, pescada á romana, lentellas, rabas de lura, tortilla de pataca, empanada... Á xente gústanlle pratos normais, abundantes e variados», comenta.
Un aspecto a tener en cuenta es que no reservan mesa para el menú del día, si bien doblan el servicio. También disponen de terraza. Con especialidad de carnes a la brasa, abren todo el día, también el fin de semana, con descanso los martes.
Desde las cinco abiertos

Quizá sea demasiado aventurado —o no— asegurar que son muchos los gallegos que desconocen que en el polígono de A Grela late un mercado de frutas y verduras lleno de actividad desde la madrugada. Menos aún sabrán que comparte espacio con Cártal y Fénix, el restaurante que Slavic Bat y Maray Mallo regentan desde hace once años. Cada día, de cinco de la mañana a ocho de la tarde, suben la persiana para servir los desayunos más tempraneros para trabajadores del mercado, empleados de la zona. Luego, a mediodía, el ritmo se vuelve vertiginoso. «Entre las 13.00 y las 16.00 servimos a más de doscientas personas», explica Slavic, moldavo afincado en A Coruña desde hace más de dos décadas. El menú completo cuesta 14 euros —11 el medio— y ofrece seis primeros y seis segundos a elegir. Churrasco de ternera, muslo de pollo a la brasa, callos, jamón asado, merluza al limón... son solo algunos de los platos. Luego, el fin de semana, cuentas con menús especiales y los mejores cortes de carne, como el chuletón, la croca o el entrecot. Y otros productos como las zamburiñas o la gamba. Todo se cocina con producto fresco y una máxima: que la brasa marque carácter. Quien se quede con hambre puede rematar con postres, como el flan de queso o la tarta de la abuela.