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Una laguna en la que las aves y la calma son las protagonistas

LUCÍA CAMPOS LUGO / LA VOZ

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Oscar Cela

Las inmediaciones de la Lagoa de Cospeito ofrecen una atmósfera sensorial única en la que el agua se mezcla con las leyendas

20 sep 2025 . Actualizado a las 20:15 h.

A tan solo 28 kilómetros de Lugo, en el corazón de la comarca de Terra Chá, la Laguna de Cospeito aparece como un espejo de calma rodeado de prados y bosques. Este humedal, incluido en la Red Natura 2000 y en la Reserva de la Biosfera Terras do Miño, es uno de los espacios naturales mejor conservados de Galicia y un destino perfecto para quienes buscan naturaleza y observación de fauna.

El río Guisande alimenta esta laguna que, en tiempos, llegó a ocupar más de 70 hectáreas. Durante los años sesenta fue parcialmente desecada para uso agrícola, pero en las últimas décadas se han llevado a cabo importantes trabajos de restauración. Hoy sus aguas vuelven a ser refugio de biodiversidad y ejemplo de recuperación ambiental.

El otoño y el invierno traen consigo un espectáculo de aves migratorias que llegan del norte de Europa: ánades reales, patos cucharas, cercetas, garzas o zarapitos, sin olvidar a la emblemática avefría. Nutrias, corzos, anfibios y reptiles completan un ecosistema vivo, donde la vegetación combina bosques de sauces, robles, alisos y abedules con plantas acuáticas únicas como el Eryngium viviparum, un cardo considerado una de las joyas botánicas del humedal.

Ruta circular 

Para conocer este entorno basta seguir su ruta circular de unos 4 kilómetros, perfectamente señalizada y de baja dificultad, ideal para familias o para una caminata tranquila. El recorrido comienza en el Centro de Interpretación de la Laguna, en Feira do Monte, que ofrece información, paneles didácticos y aparcamiento.

La senda discurre entre pasarelas de madera, pequeños puentes y tramos de bosque de ribera, con varios miradores y observatorios ornitológicos. En cada parada, los paneles explicativos invitan a entender mejor la riqueza natural del lugar. Un par de prismáticos o un pequeño telescopio añaden valor a la experiencia, permitiendo observar con calma la vida que bulle en el agua.

El recorrido puede completarse en unas dos horas, pero la verdadera recompensa está en hacerlo sin prisas: escuchar el croar de las ranas, el rumor de las hojas y el canto de las aves, contemplar cómo la luz cambia reflejada en el agua y dejar que el silencio del humedal envuelva al visitante.

La leyenda popular

Además de su riqueza natural, la laguna guarda su propia historia legendaria. Se cuenta que, hace siglos, en el lugar donde hoy habitan aves, nutrias y corzos, se levantaba la villa de Valverde. Un día, un mendigo llegó a la aldea en busca de posada. La mayoría de los vecinos lo rechazó, excepto una humilde familia de la ladera del monte, que decidió acogerlo. Para alimentarlo, sacrificaron a su única ternera y el misterioso visitante les pidió que arrojaran los huesos al establo. Al amanecer, la familia no solo encontró una decena de animales, sino que la villa de Valverde había desaparecido bajo las aguas, dando origen a la gran laguna. Desde entonces, se dice que en los años de sequía, aún es posible vislumbrar las chimeneas de las casas hundidas, como recuerdos silenciosos del pasado.

Cómo llegar

En la salida 510 de la A-6 tomar la carretera LU-111 dirección a Cospeito y, al llegar a Feira do Monte, seguir la señalización.