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Rosquillas de Aurita, del restaurante a casa

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

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miguel souto

Son uno de los postres que acompañan al cocido del restaurante Cabanas de Lalín, que acabó comercializándolas a petición de la clientela, y hoy están presentes en todo tipo de tiendas Gourmet

19 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Áurea Vázquez Fernández (Agolada, 1963), Aurita para todos los que la conocen, llegó a Lalín a los 14 años para estudiar en el instituto y cinco más tarde, un día 1 de julio, se casaba con tan solo 19 con el que hoy es su marido, José Luis Iglesias. Cuenta que «yo vivía en casa de unos amigos en el bar O Polo, solo tuve que cruzar la acera y aquí sigo. Era mi destino». Y es que O Polo, que continúa en el mismo sitio, está enfrente de donde vivía su marido, en la rúa Pintor Laxeiro.

José Luis Iglesias tenía el bar Copacabana y, al lado, sus padres poseían la zapatería Calzados 2000. A la cafetería, el matrimonio añadió con el tiempo una jamonería que acabaron cerrando. Cuando sus suegros se jubilaron, apunta Aurita, «tuvimos que decidir si seguir con los zapatos o decantarnos por la hostelería». Eligieron lo segundo y en el lugar del comercio abrieron el restaurante en el 2001, que ocupa la segunda planta del edificio en lo que antes era el almacén del establecimiento y en la planta baja continúa estando la cocina y una cafetería.

Con José Luis Iglesias a los fogones y Aurita «de comodín para todo», el restaurante Cabanas se convirtió, y sigue siendo, uno de los templos del buen comer de Lalín y parada obligada para los amantes del cocido con mayúsculas. Precisamente este fue uno de los platos que le dio y sigue dándole fama sin desmerecer otros muchos de una carta plagada de delicias. A los que hayan probado alguna vez un cocido lalinense saben que el colofón del plato rey es siempre un amplio surtido de postres tradicionales.

En el Cabanas, esta selección incluye las rosquillas hechas por Aurita. Esta explica que «cuando empezamos con el cocido, hacíamos las rosquillas como uno de los postres y la gente empezó a pedirnos si se podían llevar unas pocas». Después de regalar muchas, acabaron por pensar en la posibilidad de venderlas.

Aurita cuenta que «yo tengo mucha relación con los pintores y un día que estaba con Armindo Salgueiro y Paio, Armindo me propuso meterlas en unas bolsas y venderlas ofreciéndose a hacer la etiqueta». Le hizo una con un dibujo, que acabaron imprimiendo como pegatinas y ahí empezó la carrera de éxito de las rosquillas de Aurita. Con el tiempo, el empaquetado fue evolucionando pero se mantiene la venta en bolsitas transparentes coronadas con un lazo. Las rosquillas están a la venta en el propio restaurante Cabanas de Lalín, estuvieron en El Corte Inglés y se encuentran en tiendas delicatesen de Pontevedra, Vigo, Madrid, Ourense,...

Para la hostelera lalinense fue una sorpresa la evolución de la venta de rosquillas, hacia arriba y ganando mercado. Señala que «si hubiera querido hacerlo así, igual no me salía tan bien, porque todo fue sobre la marcha y todo positivo». Sus rosquillas son solicitadas también para ser servidas en todo tipo de eventos. Uno de los últimos: la inauguración en Lalín de una exposición del artista ourensano Acisclo Manzano, cliente habitual del restaurante.

En la familia de Aurita todos tienen algo que ver con la restauración. Su marido y su hijo Álex Iglesias son cocineros y su hija Carlota es la sumiller. Ya hace tiempo que el antiguo local del Copacabana se anexionó como comedor extra.

Aurita comenta que «yo lo mismo estoy en la cocina, que atiendo la barra». En casa lo que más le gusta cocinar son todo tipo de guisos y caldeiradas. En cuando a los postres, se encarga no solo de las rosquillas sino también de la elaboración de las filloas y las cañas de crema. De los flanes y la leche frita «se encargan ellos. Hay que repartirse porque hay trabajo para todos», sentencia.

En estas fiestas de As Dores de Lalín, el Cabanas ofrece un amplio abanico de platos para llevar que se suman a la venta de cocido por Internet que sale de Lalín para cualquier parte de España y de gran parte de Europa, especialmente a Alemania y a Bélgica. Comenta que «nos lo piden, sobre todo, para algún cumpleaños o alguna celebración y muchas veces los pedidos son de gente de fuera que no tiene nada que ver con Galicia». El sabor y el buen hacer, sumado a una materia prima excepcional con las carnes saladas y ahumadas que dan el sabor que caracteriza al cocido de Lalín hacen que muchos repitan. En el restaurante también venden cabeza prensada y chorizos de cebolla y de carne de elaboración propia.

 

hechas a mano

Un proceso que tiene una duración de tres días

La elaboración de las rosquillas, explica Aurita, no es fácil. Se empieza por hacer cada rosquilla, una por una, utilizando solo ingredientes naturales y realizándolas todas a mano. «Dan mucho trabajo, no hay máquina que las haga», indica. La fórmula es sencilla: azúcar, harina, huevos, mantequilla, anís y zumo de naranja. Una vez hechas, tienen que enfriar antes de cubrirlas con un baño de azúcar. Luego, es importante, apunta, dejarlas secar bien. «Nosotros las dejamos dos o tres días para luego poder empaquetarlas y evitar que generen humedad dentro de la bolsa». Una vez envasadas, señala, se conservan dos meses.