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Cinco locales gallegos para comer menús del día fuera de lo normal

Carlos Crespo / María Vidal / Ruth Nóvoa

VEN A GALICIA

Sandra Alonso

No siempre tiene que ser asumido como un recurso fácil y barato para quien tiene que comer fuera de casa. Hay restaurantes que han dignificado su propuesta diaria hasta el punto de que no se diferencian mucho de la carta

13 oct 2023 . Actualizado a las 14:44 h.

¡Cuánto sustento ha proporcionado a lo largo de los años el humilde y muy digno menú del día del bar de barrio o del restaurante de carretera! Pero también hay quien, además de esa popular opción, se plantea este menú como una proyección más de su oferta gastronómica, basada en los mismos fundamentos.

Es el caso del restaurante A Moa, de Santiago, que regentan desde el 2011 Manuel Fernández y Lolo Castro. Los platos del menú del día de A Moa se basan en el producto de proximidad y de temporada. Y con un ingrediente extra: un servicio rápido. «El cliente del menú suele tener poco tiempo para comer. Valora mucho la agilidad en el servicio», comentan.

En A Moa ofrecen dos turnos: de 13.30 a 15.10 horas y de 15.15 a cierre. De martes a viernes al mediodía. El menú se renueva semanalmente. Por 16 euros ofrece para elegir entre tres primeros, tres segundos y un postre. Y por 11 euros, plato único. E incluye una bebida, café de pota y pan. En A Moa no sirven en el menú del día en la terraza, solo en las 17 mesas del comedor.

«Nos basamos mucho en el producto y en la cocina gallega, pero a veces nos gusta darle un toque de otros sitios, para que resulte algo novedoso. Igual que hacemos con la carta», comenta Manuel.

Y así, lo mismo te puedes encontrar un gazpacho de sandía que una sartén de habas verdes con jamón y ajada o un atún al horno con salsa de tomate casera. Casi nunca falta un arroz y siempre es posible configurar una opción vegana. El menú de esta semana proponía de primeros: crema de calabacín, sartén de brócoli con salsa tandori y ensalada de quinoa con vinagreta de mango. Para los segundos ofrecía merluza a la gallega con puré de patata, wok asiático de croca gallega o canelones de verduras de temporada. Y de postre, yogur con mermelada de manzana o brownie.

Casero y saludable

Marcos Miguez

Tener el tiempo justo para salir a comer, y encontrar el menú perfecto, ese que te cocinarías tú en casa, si tuvieras todo el mediodía por delante, es la realidad de muchos trabajadores de banca, abogacía o Inditex del centro de A Coruña, que desde hace unas semanas se sientan a comer en el Bar Quintela, un negocio que Gerardo Quintela abrió en la calle Alameda en abril, y que desde hace un mes y pico ha empezado a ofrecer servicio de comidas. «La verdad es que está funcionando muy bien, podemos estar sirviendo unos 30 menús al día», señala Gerardo, propietario y cocinero, que confiesa que la filosofía es que la gente coma como en su casa, aunque no esté en su vivienda. «Yo cocino y hago recetas como cuando comía en casa de mi madre», apunta. Tiene a tiro de piedra el mercado de la plaza de Lugo, donde su pescadero y carnicero de confianza le avanzan los productos que tendrán esa semana y cómo estarán de precio, y en base a eso, él elabora un menú casero y saludable. Por 13,90 euros te ofrecen dos platos, también se puede pedir solo uno, pero no es algo que suela ocurrir, y no hay opción de cambiar. Le puedes añadir postre por apenas un euro más, sin embargo, pocos llegan al tercer round. Dos o tres veces a la semana está asegurado el pescado, y parece que están acertando en la diana del paladar de los clientes. «Los pescados lo están partiendo», dice Gerardo, que lo mismo prepara una merlucita al pilpil con jamón que un bacalao o un rape. También suele poner pollo de corral o croca con patatas, verduras a la plancha o ensaladas, sobre todo con estas temperaturas. «A veces hacemos empanadas caseras, de mejillones o de oreja, aunque sé que es más difícil que guste, sale menos», explica el cocinero.

Heredero de The Othilio

Oscar Vázquez

Abrieron en el 2014 los hermanos Carlos y Pablo Rodal el The Othilio en la calle Luis Taboada, de Vigo. No tardó su menú del día en popularizarse, pues se salía de lo común, tanto en la calidad del producto como en sus elaboraciones y presentaciones. Tanto era así, reconocen sus propietarios, «que perdíamos clientes de carta por el menú, porque no teníamos sitio».

El asunto se resolvió en el 2019 cuando los hermanos Rodal se hicieron cargo de la bocatería Melitón, ubicada justo enfrente del The Othilio. Fue entonces cuando decidieron trasladar allí su menú del día. «Con la misma idea e incluso el mismo equipo», subrayan. Una idea que se basa 

en darle calidad al cliente. «Si por el precio no podemos dar rodaballo y la pescadera nos ofrece ese día caballa, pues damos caballa, pero siempre fresca y de calidad». Otros principios que tienen muy en cuenta en el Melitón es que el servicio sea rápido —para lo que cuentan con ocho personas— y que la comida sea saludable. «Es lo que busca la gente que come fuera cinco días a la semana. Quieren una digestión sencilla. Escapan de los fritos», apuntan.

El Melitón ofrece un menú del día por 14,50 euros con dos primeros para elegir, dos segundos y un postre. «Los primeros siempre están en función de la temporada. Y para los segundos, cuatro de los cinco días ofrecemos pescado y en el otro, un arroz marinero».

La semana pasada proponían sopa fría de sandía o gyozas de gambas con salsa teriyaki, de primero. Para los segundos había un timbal de bacalao con vinagreta de tomate seco o albóndigas de pollo con espuma de queso San Simón. De postre, flan casero a baja temperatura. En esa misma línea, te puedes encontrar con platos como una empanada «hecha al momento» de pollo escabechado, un bonito listado en tempura con arroz de sushi o un jarrete de ternera a baja temperatura con espuma de patata y shiitake. «Somos conscientes de que no son platos habituales para un menú del día, pero a nosotros también nos sirven para enseñar lo que hacemos», comentan Carlos y Pablo Rodal.

Atestiguan también que el perfil del cliente del menú del día ha cambiado en los últimos años. «Las empresas han reducido las dietas, y gente que antes comía a la carta ahora se decanta por el menú. Además nos llegan trabajadores que tienen poco tiempo para comer, funcionarios y algo de turismo, que también se deja caer», dicen.

Menú «con una vuelta» 

Martina Miser

Es posible que si te acercas a comer o a cenar un día al Tantra, en la plaza de O Castro, en Vilagarcía, y te ofrecen la carta, al final acabes pidiendo platos que durante esa semana podían haber formado parte del menú del día. Porque menú y carta comparten los mismos fundamentos y muchas propuestas aparecen en uno y en la otra. Lógicamente no en igual cantidad y en ocasiones a modo de versión reducida en cuanto a elaboraciones o guarniciones. Pero el menú del día del Tantra es fiel reflejo de lo que el local ofrece desde su cocina. Una cocina basada en «darle una vuelta de tuerca al producto local», incorporando sutiles y acertadas pinceladas de la cocina internacional, con un especial cuidado de los puntos de cocción y un delicado mimo en las presentaciones.

De la importancia que el Tantra le da al menú da fe el hecho de que de lunes a jueves solo abre al mediodía, precisamente para ofrecer esa propuesta.

Por 15 euros, cuenta con un menú del día que ofrece dos primeros, dos segundos y un postre. También dispone de la opción de plato único, por 12 euros. Un día al azar de esta semana encontramos, como primeros, macarrones con bechamel y champiñones o lentejas de la casa. De segundo, puedes escoger entre lubina braseada con verduritas y patatas Tantra o secreto en salsa de barbacoa con puré de patatas. El menú incluye además el postre, el pan y una bebida.

Pero el Tantra ofrece más: un espacio acogedor y confortable, con una cuidada decoración y una terraza habilitada en una plaza peatonal.

Entre su clientela habitual figura, sobre todo, público local: trabajadores de comercio, de banco, de oficinas... Si bien reconoce su propietario que cada vez recibe a más personas que viven fuera, pero que por trabajo están de paso en la ciudad. «Si venimos por Vilagarcía, siempre comemos en el Tantra, me dicen. Y eso es algo que, lógicamente, te llena de orgullo y te anima a seguir en esta línea».

Buscando el equilibrio 

Sybaris 2.0, en Ourense
Sybaris 2.0, en Ourense MIGUEL VILLAR

No puedes ir a comer a casa, tienes poco tiempo y, de regreso al trabajo, te espera una tarde frente al ordenador. Así que, si puedes elegir, quieres disfrutar de ese rato de descanso en un lugar tranquilo, comer rico, evitar una digestión pesada y, por último, pero no menos importante, no volver a la oficina con la ropa oliendo a frito, en Ourense tienes una opción en el centro que te permite concederte un almuerzo diferente por 14 euros (las bebidas no están incluidas, pero es recomendable probar algún vino) y cumpliendo los requisitos anteriores. Se trata de la Vinoteca Sybaris 2.0, que de lunes a viernes, según el mercado, te canta virtualmente su menú a través de su web. El día que nos colamos en su sala —con nueve mesas, para que el local no esté sobrecargado, y sin turnos, para no meter prisa al comensal— la propuesta estaba compuesta por ensaladilla rústica con verduras ecológicas y sardina marinada en vinagre, ensalada de lacón (asado en el restaurante y escabechado) con cuscús, piparras y raja roja; lomo de bacalao en su punto de sal con pisto de verduras y cachelo y cremoso de queso e higos. Si la ensalada fuera más ligera y sin carne, el segundo podría ser, por ejemplo, un canelón de costilla ibérica teriyaki con bechamel de soja y cebolla crujiente. La filosofía de este restaurante —que ofrece a mayores degustaciones de entre cinco y siete pases y que también es vinoteca— es buscar el equilibrio nutricional. «Cada día tenemos un aperitivo, un primero, un segundo y un postre que se equilibran entre sí. Al no dar alternativas nos centramos en la dietética del menú, de manera que tenga su hidrato, su proteína, sus vitaminas... Poniendo el foco solo en una propuesta podemos fijarnos en el todo», explica Jacobo Mojón, que quiere dar a sus clientes platos sencillos, sanos y bien preparados, además de ricos... y bonitos.