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Rufina, peregrina a los 95 años: «Siempre me tomo una caña al llegar al Obradoiro. La única de todo el Camino»

Candela Montero Río
Candela Montero Río REDACCIÓN / LA VOZ

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Rufina, de 95 años, el mes pasado durante el Camino de Santiago.
Rufina, de 95 años, el mes pasado durante el Camino de Santiago.

A los 85 hizo el Camino de Santiago por primera vez y, el mes pasado, una década después, consiguió su quinta compostela

09 oct 2023 . Actualizado a las 17:22 h.

Lo de que Rufina Rodríguez tiene 95 años hay que creérselo porque lo pone su partida de nacimiento. Pero su elocuencia al hablar, su agilidad con el WhatsApp y los 114 kilómetros que se ha marcado a golpe de zapatilla desde Tui hasta Santiago en cuatro días, invitan a pensar otra cosa.

La suya es una de esas historias que esconden las cifras. Una de las que se camufla entre las 68.877 compostelas que se entregaron el mes pasado, cuando esta puertorriqueña terminó su quinto Camino de Santiago. Lo hizo en grupo, acompañada de su hija y a un ritmo que nada tiene que envidiar a aquellos que no han vivido ni la mitad que ella. 

Entre sus motivaciones, un aniversario y algún que otro reencuentro: «Quería volver a visitar a algunas de las personas que había conocido en el Camino. En el primero, coincidí con una pareja que tenía un bar en Pontevedra y celebramos allí mis 85 años. Yo iba con la esperanza de saludarlos, pero no fue posible». Y sí, el dato es correcto: Rufina se inició en el Camino de Santiago hace ya una década, cuando tenía 85 años. Y en estos diez años lo hizo otras cuatro veces.  

¿Cuál es el secreto para cumplir retos de esta forma con casi un siglo cumplido? Para Rufina la clave está en el ejercicio y la alimentación: «Tiene que gustarte caminar y practicarlo dos o tres veces por semana, aunque no sea mucha distancia. La dieta también es importante, bajar la sal y el azúcar. Yo como un poquito de todo». Pero eso no es todo lo que tiene que decir la voz de la experiencia: «La clave es tener entusiasmo y ganas de caminar, que eso es algo que le nace a uno y es progresivo. Empiezas con 20 minutos y el cuerpo ya te pide 30 y te va respondiendo poco a poco».

Rufina, en su llegada al obradoiro, con el grupo con el que peregrinaba.
Rufina, en su llegada al obradoiro, con el grupo con el que peregrinaba.

Y, aunque no lo reconoce casi hasta el final, también tiene alguna que otra recompensa: «A mí me encanta la cañita. Aunque solo me tomo una, como premio, al terminar. El cuerpo me lo pide, igual que el caminar». «En Puerto Rico, a la cerveza la llamamos medalla, entonces, ¡nos premiamos con una medalla!», bromea. Al llegar al Obradoiro, además de la «cañita», siempre toca visita a la catedral, ver el botafumeiro, foto para el recuerdo, y lo que haga falta: «Este año había un grupo de andaluces simpatiquísimos, ¡hasta me pusieron a bailar flamenco!», recuerda Rufina.

Y esa única cerveza es una de las cosas que más disfruta del Camino, junto con la naturaleza y los «manjares» —las vieiras y la tortilla, entre sus favoritos—. Aunque lo que más le gusta trasciende lo material: «Lo mejor es toda la gente que conoces y todo lo que compartes. Aquí he hecho amigos que ya son familia», cuenta esta veterana que no para de repetir que «de todo, mi doña, se aprende algo». «Viajar desde Puerto Rico hasta Galicia a esta edad supone todo un aprendizaje», afirma.

Rufina, en el medio, con su nieto, su hija, y sus dos bisnietas.
Rufina, en el medio, con su nieto, su hija, y sus dos bisnietas.

Tiene claro que, si nada se lo impide, este quinto Camino no será el último —porque «hay que seguir andando», que «una no se puede anquilosar»—, aunque, para los próximos, ya tiene nuevas acompañantes y futuras sucesoras: «Esta última vez recibí una visita que no me esperaba. Vinieron mi nieto, su mujer y sus hijas. Mis dos bisnietas, que tienen 8 y 11 años, caminaron esa etapa conmigo, 26 kilómetros y, sobre todo la mas pequeña, se enamoró del Camino y ya quiere hacerlo entero. ¡Heredó eso de mí!», concluye mientras, igual que en toda la conversación, la emoción se mezcla con la risa.