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Intentando seguir el camino real de Melide que comunicaba Galicia

Cristóbal Ramírez

VEN A GALICIA

CRISTÓBAL RAMÍREZ

La propuesta es para una excursión en bicicleta o andando, ya que hay tramos en el que el coche no entra

10 jun 2023 . Actualizado a las 05:05 h.

No todo en Melide es Camino de Santiago. El municipio puede en justicia presumir de que tiene también un camino real que constituye excelente punto de partida para una excursión en bicicleta o andando. Presenta tramos en los que el coche simplemente no entra.

A la altura de Trasmundi era posible descender por ese camino real hasta al menos 1985. Ya no, porque una alambrada que delimita una explotación ganadera lo impide. Así que hay que coger desde el centro de la localidad carretera a Boimorto y en Real Novo elegir la izquierda para, a los 200 metros, cruzar esa vía varias veces centenaria.

Es buena idea ir por ella rumbo a Melide hasta dar con el río Catasol, que excepto en verano siempre se desborda. Los venerables «pasais» han caído, y el acceso al otro lado —que, por otra parte, no tendría hoy en día ningún sentido— implica mojarse. En cualquier caso, ese es el kilómetro 0, de manera que procede dar marcha atrás, siempre pisando tierra menos un pequeño tramo. Al principio el ascenso se presenta muy suave, si bien la pendiente va a ir aumentando poco a poco. Claro que quizás la mente esté más ocupada en el auténtico concierto que da una multitud de pájaros (inequívoca señal de que el eucalipto todavía no se encuentra cerca) que del aún poco esfuerzo de las piernas.

Túnel de árboles tras túnel de árboles de especies autóctonas conforman un paraje de sobresaliente, se bordea una casa de turismo rural y tres cuartos de lo mismo con la aldea de Torriña, para, ahora sí por asfalto, subir a Rata y en la desviación elegir la izquierda cuando se llevan poco más de dos kilómetros de aventura. En realidad da lo mismo ir por esa ancha pista de tierra que se abre ante los ojos que por la otra, pero la panorámica desde lo alto resulta más impresionante si se va por la primera y se alcanza el medio millar de metros sobre el nivel del mar. En la lejanía a veces se divisan los molinos de viento, que parecen quedar en otra época, mientras algunas corredoiras invitan a explorar los alrededores del itinerario.

De todas formas se arriba a la aldea Donide, levantada en un lugar excepcional, y en el centro se elige la diestra. De nuevo en el fondo da igual, pero yendo por la derecha el excursionista acometerá una preciosa bajada de gran pendiente y, como aquí no hay arbolado, con otra vista estupenda.

Las pocas casas de Vila, tras cruzar un arroyo, son el siguiente objetivo, que se dejan a la espalda al momento para circular por un valle tan bonito como fértil.

La siguiente parada responde al nombre de Maceda, en un alto a la derecha. Su iglesia ha sio puesta bajo la advocación de San Pedro y destaca ligeramente sobre las viviendas. No se trata de un gran templo, ni tampoco se merece el notable su cruceiro de base de ladrillo, pero todo ello luciría más si se retirase de la entrada la colección de contenedores de basura y reciclaje. Por cierto, el viajero ya ha recorrido tres kilómetros y medio.

Vuelta atrás unos metros, a cruzar el arroyo de Vila —un afluente del Boente, el cual remata en el embalse de Portodemouros— y a subir casi mil metros por el asfalto a Casal, donde llama la atención un magnífico horno que destila tradición y que además se ve en muy buen estado, una pequeña joya etnográfica.

Y continuando se plantan los reales en el desvío a Rata por donde el excursionista ha pasado antes. A la derecha, el camino real, ahora descendente, conduce al punto de partida. En realidad son solo siete kilómetros y medio, pero dan mucho juego.