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Luis Piedrahita: «Nadie está contento con lo que le ha tocado, por eso soy humorista»

CANDELA F. ROLDÁN LUGO/ LA VOZ

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Luis Piedrahita
Luis Piedrahita Cabalar | EFE

El cómico coruñés traerá su espectáculo «Es mi palabra contra la mía» este viernes 2 de junio al Gustavo Freire de Lugo a las 21.00 horas, y el sábado, a la misma hora, en el auditorio de Vilagarcía

31 may 2023 . Actualizado a las 20:06 h.

El humorista, escritor, ilusionista, guionista y director de cine Luis Piedrahita (A Coruña, 1977) traerá su show «Es mi palabra contra la mía» a Lugo ciudad este viernes 2 de junio al Auditorio Gustavo Freire a partir de las 21.00 horas —en Vilagarcía estará al día siguiente, sábado, en el auditorio a la misma hora— para «sacar punta» a todas las preocupaciones con las que lidiamos las personas en el día a día, y en el que el cómico gallego busca entretener al público con un humor «personal e inteligente».

—¿Qué verá el público este viernes en «Es mi palabra contra la mía»?

—Se encontrarán con un monólogo en clave de humor en el que analizo la gran contradicción del ser humano. Nadie está contento con lo que le ha tocado, ni con nuestro aspecto, ni con nuestra edad, ni el sueldo ni la suerte. Sin embargo, todos tenemos un botoncito que, si se pulsa, todo esto se lleva mucho mejor. Y ese botón es el humor, que consiste en aprender a reírse de uno mismo y llevar mejor todas esas tragedias y sin sabores cotidianos. El humor no soluciona ningún problema, pero al menos los hace más llevaderos, supongo que por eso me dedico a esto.

—Y usted, ¿está contento con lo que le ha tocado?

—No siempre, voy por momentos, pero creo que es lo lógico. No estar bien todo el tiempo también es bueno, porque algunos de los grandes inventos de la humanidad nacen del descontento. Una persona se harta de subir escaleras e inventa el ascensor, así que no está mal del todo.

—Entonces, ¿cree que la tristeza o el descontento pueden ser fuente de inspiración?

—Desde luego. El mejor humor se hace a raíz de las situaciones más duras. El frívolo es mucho menos interesante. Si pensamos en monólogos emblemáticos, a mi se me viene a la cabeza «La guerra» de Gila. El rechazo y la infelicidad es lo que permite que el humor sea cercano a la poesía.

—Cuando se sienta a escribir, ¿cómo es el proceso de búsqueda?

—Intento pensar en algo que me parezca sugerente después de reflexionar cuáles son los problemas que les afectan a las personas. Lo que intento es buscar la miseria y darle un barniz para hacerla más amable y llevadera.

—¿Hay algún límite a la hora de hacer comedia en su opinión?

—Para mi el único límite es el humor, porque es un ámbito que tiene un pie en la realidad y otro en la ficción, y ahí está el chiste. El humor tiene esa riqueza intelectual porque juega entre dos aguas.

—Para usted, ¿quienes son los mejores monologuistas?

—Todos aquellos que consiguen hacer reír. Yo soy muy fan de los grandes escritores gallegos, que casi todos han acudido al humor en algún momento, desde Álvaro Cunqueiro, Julio Camba, Castelao, Valle-Inclán. Todas sus obras tienen un aderezo de humor que las hace inconfundibles. Y en la actualidad, tenemos una calidad humorista increíble en España. El Mundo Today hace artículos brillantes cada día, y después me gusta mucho escuchar a Goyo Jiménez o a Leo Harlem. Si vienen a personajes como estos en Estados Unidos les explotaría la cabeza. Lo mismo con las chicas de Estirando el chicle, Ana Morgade, Eva Hache o Eva Soriano.

—Humorista, escritor, director de cine, mago...su carrera profesional es casi interminable, pero, ¿con qué se siente más identificado?

—Las desgracias nunca vienen solas. Pero para mi es todo lo mismo. Tanto el cine, como el humor o la magia consiste en regalar al espectador una sorpresa y jugar con lo inesperado. Lo más importante es entretener al público y que no se sienta solo. De una forma u otra, mi objetivo es poner sobre la mesa lo que nos preocupa a todos y sacar una risa de todo ello.

—¿Siempre tuvo claro que el espectáculo era lo suyo?

—Ni siquiera lo sé ahora. Nunca lo supe y creo que nunca lo sabré. Todo ha sido una improvisación. Yo me formé como guionista, pero una cosa fue llevando a la otra. Cuando empecé a escribir para el Club de la Comedia intentaba hacerlo lo mejor posible, cuando me inicié en subir en el escenario, lo mismo. Lo único que intento es dar lo mejor de mi haga lo que haga. Al final, fui gustando al público y él es el que te renueva el contrato, así que estoy muy agradecido.

—Y, echando la vista atrás, ¿cambiaría algo de su carrera?

—Creo que no. Ahora estoy con un canal de YouTube en el que reviso mis monólogos de juventud e intento analizarlos desde la experiencia. Veo muchos errores, pero también muchos aciertos. Empecé con el atrevimiento del descerebrado que no le tiene miedo a nada y eso está bien.

—¿Le hace gracia lo mismo que hace diez años, o el humor también evoluciona?

—Va cambiando. Es cierto que siempre suelo hacer temas atemporales y rara vez hablo de personajes de moda, que tienden a caducar, pero el tiempo pasa y el humor envejece, como pasa con todo. Pero no hay ningún tema que tenga vetado, eso solo depende del talento del humorista. Es imprescindible echar muchas horas y tener una gracia natural que no se compra.