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La pareja de moteros escoceses que llegó a Dodro una semana antes del covid y ya no se fue: «Galicia es bonita y tiene mejor clima»

Olimpio Pelayo Arca Camba
O. P. Arca SANTIAGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

Jane y Eric, ayer ante la puerta de su casa en Manselle (Dodro) junto a sus galgos y sus dos motos
Jane y Eric, ayer ante la puerta de su casa en Manselle (Dodro) junto a sus galgos y sus dos motos XOAN A. SOLER

Jane MacDonald y Eric Hendry destacan la amabilidad y la generosidad de los vecinos de Manselle, la aldea donde tienen su casa

14 abr 2023 . Actualizado a las 20:15 h.

A Jane MacDonald y Eric Hendry el inicio del confinamiento les sorprendió lejos de su casa en Fochabers (Escocia). Estaban en Imo (Dodro), y no era casualidad: habían venido para buscar una casa donde retirarse. Jane recuerda que los marineros gallegos que faenaban en su tierra elogiaban tanto a Galicia que ella se vino a conocerla hace dos décadas: se quedó tres meses, con Chapela como base, e hizo suyos aquellos elogios. Así que años después volvió con Eric, y decidieron que en «esta outra nación celta» acabarían. El objetivo en marzo del 2020 era buscar una casa cerca del mar, con dos características imprescindibles: cocina de hierro y terreno donde cultivar productos de huerta.

XOAN A. SOLER

Ya no regresaron a Escocia. Pasaron cinco meses en la casa de Imo que habían alquilado al concejal dodrés Xoán Xosé Vicente (que no les cobró un alquiler que prolongó el confinamiento) y compraron luego la casa donde hoy viven en Manselle. Se quedaron así en una tierra que consideran muy similar a Escocia, «pero con mejor tiempo, sin nieve ni heladas», comenta Jane. Ella habla con más fluidez que Eric. Ambos emplean muchas palabras en gallego, y cuando se le pregunta a Jane en qué idioma habla contesta con una amplia sonrisa y acento escocés: «Un mixto».

Tres años después de llegar a Dodro, es momento de quedar con ellos y preguntarles si el enamoramiento de Galicia se ha acabado. Así que wasapeamos con Jane y le preguntamos si será posible vernos: «Ola. Si ... estamos na nosa casa e non temos plans para o día», responde en gallego a la primera, antes de enviar la ubicación del domicilio y unas instrucciones muy concretas: «Verás unha porta a un campo. Aparca ao seu carón xa que é unha estrada moi pequena. Tamén temos dous galgos, pero non son agresivos, así que espero que esteas ben cos cans». Y remata con una muestra de que la hospitalidad escocesa no tiene nada que envidiar a la gallega que la pareja tanto aprecia: «Vou facer un café». Y con él recibe a redactor y fotógrafo, tras una sugerencia british sin posibilidades de éxito en Galicia a las 11 de la mañana: «Preferides te?». Los cuatro, al lado de la cocina de leña, empezamos una conversación que mezcla castellano, gallego, algo de inglés, y el traductor inglés-gallego con que Jane solventa los tropiezos mayores que se presentan.

Comentan que tienen su permiso de residencia en España solventado y también los de conducir, unos trámites para los que contaron con la ayuda del alcalde, Xabier Castro. Solo les falta la cobertura sanitaria: «El brexit es un problema», lamentan, indicando que han tenido que recurrir a una sanidad privada muy cara y sobre la que ellos prefieren la pública. Su otra preocupación es también de papeles: todavía no les ha llegado la documentación que acredite su propiedad sobre la finca que compraron hace más de dos años cerca de su casa, y hasta entonces, prefieren no invertir en el muro que la rodea y únicamente dedicarse a plantar. «En Escocia eso no es posible», y no entienden que aquí muchas de esas transacciones se realicen únicamente con contratos privados.

Son un par de lunares en su vida en Galicia, en la que destacan la generosidad y la amabilidad que se han encontrado en los vecinos de la aldea; y también su belleza, su comida, su música: «Todo bien», resumen en dos palabras tres años de estancia. Ellos se suman a las actividades comunales, como la sardiñada del pasado año en la que trabajaron en los preparativos del lumeiro de San Xoán. Recorrer con sus motos el entorno más próximo es otra de sus aficiones, que esperan practicar aún más las próximas vacaciones con otros amigos, y también cuidar a los dos galgos que adoptaron en la perrera de Santiago.

XOAN A. SOLER

Eric, que fue mecánico de motos, recibe una renta por el alquiler de su casa en Escocia, y a Jane le gustaría encontrar trabajo como chef, su profesión. Es especialista en cocina vegetariana e india y está dispuesta para incorporarse si la requieren. Por esa dedicación culinaria aprecia especialmente la cocina de leña, que le permite preparar a fuego lento sus platos y los que aprendió aquí, como un cocido en el que destaca sobre todo el sabor de los grelos. ¿Y el pulpo? A ella le gusta, pero dice que prefiere dejarlo vivir; Eric es vegetariano. ¿La empanada?: «Preparo la escocesa, con carne de vaca», dice Jane. Entre charlas sobre sus motos, una Suzuki 550 de 1977 y una Honda 500, el banco que él preparó para la entrada de la casa y los cuidados con que han recuperado a los maltrechos galgos toledanos que se trajeron de la perrera de Santiago termina el encuentro con la pareja escocesa de Dodro. ¿Escocesa o gallega?: «Gallegos aún no, porque no hablamos mucho el idioma. En otros 20 años ...», sonríe Jane en la despedida. Seguro que no serán necesarios tantos. No para quienes habían comentado que en su finca plantan «patacas e cebolas», con su peculiar acento británico en el que empieza a colarse un toque de Dodro.