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Charles Attonaty, el peregrino que camina sin rumbo y sin dinero y que llegó a Lugo tras visitar 20 países

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

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Charles Attonaty, el peregrino que ha viajado por más de 20 países sin dinero, caminando por Lugo este sábado.
Charles Attonaty, el peregrino que ha viajado por más de 20 países sin dinero, caminando por Lugo este sábado. ALBERTO LÓPEZ

El francés, de 30 años, dejó su trabajo y su familia para emprender una aventura que no sabe qué le deparará: «Pensé que estaba haciendo un viaje por el mundo, pero entendí que me estaba descubriendo a mí mismo»

10 abr 2023 . Actualizado a las 15:54 h.

El 27 de julio del 2020, Charles Attonaty salió de su casa de Le Havre, en la Normandía francesa, y empezó a caminar. Desde entonces, no ha parado. La aventura alrededor del mundo de este peregrino francés, de 30 años, tiene un inicio muy claro, pero no un final.

Attonaty, que documenta todo su viaje en sus redes sociales, ha visitado ya 20 países de toda Europa en su recorrido.Eso sí, siempre con unos principios intocables: «Siempre que empiezo un viaje, salgo de mi casa sin dinero, sin comida, sin bebida y sin un plan. No sé ni dónde voy a dormir, ni dónde me ducharé o dónde podré comer algo. Vivo de la amabilidad de la gente, y mi experiencia estos años me ha devuelto la fe en la humanidad».

Attonaty tenía un trabajo, una familia y una vida asentada en la ciudad de Le Havre, donde era empleado de una empresa de envíos de comida a domicilio.

Sin embargo, la pandemia del coronavirus cambió su mentalidad. «Tenía reservado un viaje a Tailandia, pero el virus hizo que se cancelase. Eso me frustró mucho, y me di cuenta de que tenía una vida que no me gustaba y en la que no me sentía realizado. De ahí me surgió la idea de peregrinar», cuenta el caminante francés. En aquel momento, no trazó un plan ni organizó su viaje. Simplemente, se marchó.

 
 
 
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Más de 20 países sin llevar un euro encima

«Dejé atrás todo lo que tenía y salí, sin rumbo. Mi único plan es no tener un plan, seguir la corriente de mi destino», comenta el peregrino. Y ese «flow» del que él habla en un gran inglés, pulido por la práctica, lo ha llevado ya a más de 20 países.

«He ido a Alemania, Bélgica, Noruega, Finlandia, Italia, Reino Unido... En todos los lugares he encontrado gente que me ha ofrecido un techo y un plato de comida», dice Attonaty, que añade que «incluso me han recibido personas de alto nivel, como el presidente de Islandia».

Y es que el viaje de Charles está lleno de sorpresas. «Siempre digo que, en estos años, las casualidades me han perseguido. Gracias a muchas coincidencias he podido seguir adelante».

Precisamente en Islandia, fue acogido por una familia que conocía al entorno del mandamás de su país. «Le envié un correo y se interesó mucho por mi historia. Me recibió en su despacho y me dio la enhorabuena por mi viaje. Fue una experiencia magnífica», dice Attonaty. 

«En todos los lugares he encontrado gente que me ha ofrecido un techo y un plato de comida»

En su trayecto, que cumplirá próximamente tres años, ha vivido también situaciones límite. «Un invierno, estuve en el norte de Finlandia. Hacía -38 grados y no sabía dónde estaba. Llevaba más de dos días sin comer y uno sin beber, y estaba muy cansado. Casi muero congelado. Cuando pensaba que no podía más, pasó un coche por la carretera por donde yo caminaba. Hacía días que no veía a nadie. Fue un milagro. El señor paró a mi lado y me dijo: "¿Pero tú sabes a cuántos kilómetros estás del próximo pueblo?" Entonces, me recogió y me llevó a un hotel, donde pude comer y ducharme. Me invitó a todo. Le debo la vida a aquel hombre», relata Attonaty. 

Y es que el peregrino obedece sus reglas al pie de la letra. «No me permito pedirle a nadie ni comida ni un sitio donde dormir. Quiero que salga de ellos, no pedirlo yo. Y lo cierto es que jamás he tenido problema. En todos los países han sido buenos conmigo. Gracias a esta experiencia, estoy convencido de que el ser humano es bueno por naturaleza», comenta el francés.

No lleva ni dinero en efectivo, ni tarjetas, ni comida, ni bebida. Solamente su mochila con sus utensilios de peregrino y su pasaporte. «Y ganas de caminar», puntualiza. De hecho, tiene móvil, pero no tiene tarjeta SIM. «Para poder hacer llamadas, tienen que regalarme una tarjeta o dejarme un teléfono. Y para cargarlo o tener Wifi, tengo que encontrar un bar o algo así», comenta. Este último punto es importante para Attonaty, porque él mantiene un registro de su aventura en sus redes sociales

Su futuro podría llevarle a Sudamérica o a África

Llegó a España hace unas semanas, pero no sabe exactamente cuándo. Ni siquiera qué día llegó a Galicia. «Si no me coincide ver una señal en la carretera o algo, no sé dónde estoy», comenta.

Eso sí, llegó a Lugo este sábado. «Una familia me acogió el viernes y me dejaron poner la tienda de campaña en su jardín. Me dieron de cenar y me dejaron ducharme, y me trajeron hasta Lugo en coche», cuenta el peregrino.

Por supuesto, no sabe a dónde irá a continuación. «Ya veremos», bromea, aunque reconoce que su siguiente destino podría estar en Portugal. «Luego querría ir a África o a Sudamérica, pero quién sabe», dice.

Y es que planear las cosas no va con Charles Attonaty, que vive día a día sin pensar demasiado en qué será de él al amanecer. «He aprendido mucho de esta experiencia. Soy mucho más feliz que con mi anterior vida», concluye.