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Los paisajes mecos de Luis Garrido, un pintor que se codeaba con Goday

leticia castro O GROVE / LA VOZ

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LETICIA CASTRO

Sus obras están expuestas en la Tapería Aldara hasta mediados de enero

20 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En O Grove ha encontrado a menudo Luis Garrido la inspiración para pintar, una afición que comenzó cuando tenía tan solo 20 años y que ahora ha retomado tras jubilarse. Entre sus paisajes lo que predomina es el mar, desde muy distintas perspectivas, con A Lanzada o la isla de A Toxa al fondo en algunos casos, o con el puerto como protagonista. No son lienzos de gran tamaño, pero son piezas con alma en los que se aprecia una técnica aprendida a base de ver muchas exposiciones y ver de cerca el trabajo de un montón de pintores. Porque Garrido es autodidacta, jamás estudió en ninguna escuela de arte, pero se codeó con figuras importantes, como Ernesto Goday o el escultor Alfonso Vilar.

«Daquela, cando era novo, viña moito ao Grove, teño clientes e amigos aquí», relata. Así que le gustaba ir por las tardes a la casa que Goday tenía en Castelao para ver su pintura y charlar con él: «Era moi bo pintor e moi boa persoa, e estaba namorado do Grove», dice Luis Garrido. Cuenta que era un hombre muy metódico y muy detallista, «polas mañás pintaba e polas tardes deixaba ir o público a ver as súas pinturas, e así comecei a deixarme caer por alí», explica. Con Vilar tenía más confianza, pues eran prácticamente vecinos. Así que rodearse de esa gente con tanta sensibilidad por el arte y la cultura le influyó.

Garrido dedicó toda su vida a un prolífico negocio de rótulos ubicado en Sanxenxo, aunque él es de Dena, pero en sus tiempos mozos visitó innumerables exposiciones de pintura y sus obras estuvieron presentes en multitud de lugares. «A miña primeira exposición foi en Pontevedra, no ano 1976, nunha sala na que se podía expoñer gratis», rememora. Ahí también salía retratada la península meca. De hecho, aún guarda las invitaciones con el catálogo de las piezas que formaban parte de aquella muestra primigenia, presididas por un lienzo en el que se observa el mar llegando hasta el pósito meco, una bonita postal, desde luego.

Aún hoy, cuando trae a su mujer a mariscar, Luis hace fotos con la luz y la niebla de la mañana que luego transforma en cuadros. «A esas horas hai unha luz especial, e cando hai néboa os reflexos son perfectos», señala. Y de esas instantáneas salen unos cuadros dignos de cualquier muestra de categoría.

Le gusta al artista arousano darle protagonismo al mar, y lo hace desde una perspectiva en la que parece que el horizonte fuese infinito, como si uno pudiese meterse dentro del cuadro. «A verdade é que fun mellorando coa práctica», asegura el artista, cuyos cuadros se expusieron también hace décadas en el Gran Hotel de A Toxa: «Fáloche de hai moitos anos, daquela expoñíase gratis, e inda vendín algún cadro alá», recuerda.

Hoy, las obras más recientes de Luis Garrido, las que pinta desde que está jubilado, permanecen expuestas en las paredes de la Tapería Aldara, en Terra de Porto, dónde se pueden visitar hasta mediados del mes de enero. Quién sabe si de esa exposición, como antaño, saldrán nuevas piezas.