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El toque de campanas, patrimonio de la humanidad: «Os campaneiros somos os noticieiros do rural»

Nieves D. Amil, Melissa R. S., E. Araújo PONTEVEDRA, CARBALLO, SANTIAGO / LA VOZ

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José María López Mato, conocido como Reino, toca las campañas de la iglesia de Anllóns (Ponteceso) que inspiraron al poeta Eduardo Pondal
José María López Mato, conocido como Reino, toca las campañas de la iglesia de Anllóns (Ponteceso) que inspiraron al poeta Eduardo Pondal Ana García

Galicia mantiene una tradición con reflejo en la obra de los grandes de la literatura

02 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Tocar las campanas de forma manual forma parte desde el miércoles del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Una tradición que todavía se mantiene en Galicia, donde las iglesias siguen cantando y contando fiestas, funerales e incendios, e incluso anunciando la llegada de los Reyes magos. Hay campaneros que se han pasado décadas ocupándose de ello. Y el repicar ha sido el latido de parroquias rurales e inspiración de poetas.

Juan Ángel Losada empezó de sacristán siendo un niño
Juan Ángel Losada empezó de sacristán siendo un niño Ramón Leiro

José Ángel Losada, Cerponzóns (Pontevedra): «Os campaneiros sempre fomos os noticieiros do rural» 

Oír repicar las campanas manualmente es un arte poco habitual. Juan Ángel Losada es uno de esos artistas que con sus manos hacen perdurar las tradiciones. Tiene 64 años y lleva más de cinco décadas subiéndose al campanario de la iglesia de Cerponzóns, en Pontevedra. Empezó de sacristán siendo un niño junto a cuatro de sus hermanos y todavía hoy sigue haciéndolas hablar con un lenguaje sonoro universal que sigue interpretándose de generación en generación. «Os campaneiros somos os noticieiros do rural», explica Losada. Suenan los días de las fiestas patronales, anuncian la salida de las procesiones, pero también son el altavoz de las necrológicas de la Galicia rural.

Cualquiera que haya vivido en una aldea recuerda una frase habitual cuando doblan las campanas: «Quen morreu?». «Tocamos a morto, é un tocar sinxelo, pero é distinto se falece un home ou unha muller. Tamén ahí falta igualdade», dice Juan Ángel, que para anunciar la muerte de un hombre hace sonar dos veces la campana grande y una la pequeña y en las mujeres, al revés. 

Este campanero de Cerponzóns no es el único de la parroquia. Comparte su tarea con José Luis Barragáns. Aprendió desde niño esos códigos que hacen sonar las campanas para que los vecinos interpreten el lenguaje solo con oírlo. «Incluso cando éramos nenos podíamos faltar a escola para ir tocar as campás. Non te dicían nada, case era máis importante ir a igrexa que á escola», recuerda Juan Ángel Losada, que tampoco olvida como siendo un chaval iba corriendo a tocar cuando había accidentes en la curva de La Luna, en la carretera de Pontevedra: «Iso é un repicar moi rápido e xa todos saben que pasou algo, era unha forma de chamar para ir axudar, ao igual que se fai nos incendios». 

En el lenguaje de los campaneros no solo hay espacio para las malas noticias, hay una fecha muy especial, el 5 de enero, cuando en la medianoche repican las campanas de Cerponzóns para anunciar a los niños que ya están en camino los Reyes Mangos. «Fomos aprendendo cos anos, eramos os sacristáns máis novos os que copiabamos aos maiores», explica. Eso sí, siendo un crío le gustaba hacerlo para faltar a clase unas horas, pero reconoce con humor, que era mejor «tocar a morto» en invierno. «Había que facelo nas horas de luz e en verán había que estar hasta máis tarde», explica. 

Falta relevo generacional en el arte de repicar las campanas, pero cada vez se van sumando más jóvenes a una tradición que desde ayer miércoles es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. 

José María López Mato, conocido como Reino, toca las campañas de la iglesia de Anllóns (Ponteceso) que inspiraron al poeta Eduardo Pondal
José María López Mato, conocido como Reino, toca las campañas de la iglesia de Anllóns (Ponteceso) que inspiraron al poeta Eduardo Pondal Ana García

José María López, el guardian de la inspiración de Pondal: «Agora as campás tócanse pouco, nas festas sobra xente» 

José María López Mato, apodado Reino, es campanero en Ponteceso y fue uno de los que avaló la candidatura. Tiene 83 años y lleva realizando este oficio en su parroquia natal, Anllóns, desde pequeño. Las campanas de la iglesia de San Fins fueron las que inspiraron al ilustre poeta local Eduardo Pondal para escribir su primera obra en gallego.

Hace unos veinte años asumió esta responsabilidad. «Non cobro nada», dice entre risas. Tampoco lo ve como una carga: «Aínda me divirto!». Está muy contento con que esta labor haya sido reconocida. «É boa cousa porque as aldeas van quedando baleiras. A xente marcha para as cidades e curas tampouco hai moitos. Se non se fai nada, isto acábase», comenta.

Es algo que comprueba en el día a día. «Agora as campás tócanse pouco. Polo menos aquí, que contamos cun sacerdote que leva catorce parroquias. Eu só repinico na misa do domingo e os días de festa. Cando morre alguén, é a propia compañía de seguros a que xa ten unha persoa encargada para iso», explica José María. Aún recuerda cuando a través de los toques anunciaba que había fuego, por ejemplo, en un monte de la localidad. «Agora xa hai outros medios», expresa.

Reconoce que es algo que siempre le llevó idea. «De rapaz iamos todos aprender», traslada. Ahora es en las fiestas patronales cuando «sobra xente», reconoce. Son días que se viven con mucha entrega en la parroquia.

López Mato tiene la lección aprendida. Según detalla, cuando se trataba de informar de un incendio, movía los dos badajos a la vez. Para anunciar la misa de los domingos, primero golpea la campana grande, luego la pequeña, y acaba tocando las dos. «Agora faise unha hora antes de que dea comezo, pero antes, a maiores, avisábase con outros sinais cando quedaba media hora, quince minutos e ao inicio». Lo mismo hace el día de la fiesta. Para las misas diarias eran 30 campanadas seguidas y 3 más separadas. 

Manuel Patrón, campanero de la iglesia de Bastavales.
Manuel Patrón, campanero de la iglesia de Bastavales. XOAN A. SOLER

Doble «repenique» para las campanas de Rosalía

Cualquier campana que suene en Galicia está cargada de historia. Pero pocas como las de San Xulián de Bastavales, en Brión, que tienen la inmortalidad que les regaló Rosalía de Castro en «Cantares Gallegos». Estas campanas, que forman parte de una iglesia que comenzó a construirse en 1585 y se terminó en 1772 sobre un templo románico anterior, suenan los 365 días del año. Lo hacen al menos en dos ocasiones: a la una de la tarde y cuando anochece. Durante mucho tiempo, el sonido que tanta «soidade» le generó a Rosalía de Castro acompañó a generaciones de familias que trabajaban las fértiles tierras de A Maía y las avisaba de nacimientos y entierros. También daban la voz de alarma, sobre todo ante situaciones de riesgo como en caso de incendio. Ahora siguen llamando a difunto, y también suenan los sábados y en días festivos. Manuel Patrón, sacristán de San Xulián de Bastavales, es el campanero oficial, que asume esta responsabilidad cada día. Comenzó a encargarse de esta tarea hace más de dos años por la renuncia de su antecesor, que había heredado esta función de su padre, campanero durante décadas. En el momento en que tomó el relevo, Patrón reconocía que tocar las campanas de Bastavales suponía una responsabilidad extra, no en vano es habitual que visiten la iglesia escolares y turistas atraídos por el impacto que las campanas dejaron en Rosalía.

Como todas las demás campanas, tocarlas requiere destreza y mucha responsabilidad por las ataduras que genera. Por eso, y porque el «repenique» muchas veces es cosa de dos, Manuel Patrón no está solo, ya que cuenta con el apoyo de Serafín Pego y de otros dos vecinos, Lino y Manuel, lo que garantiza que su inconfundible sonido pueda disfrutarse sin excepciones.

Serafín Pego reconoce que en días de procesiones las campanas de Bastavales necesitan al menos cuatro manos, por lo que las suyas siempre están dispuestas para lo que haga falta. Sus conocimientos de música le permiten afirmar que «as campás son como a batería, para min é un instrumento de percusión».