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Nos vamos de chiringuitos: ¿O Morrazo o Sanxenxo?

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

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Las caras norte y sur de la ría de Pontevedra cuidan la carta y el ambiente de sus negocios a pie de playa

17 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En la ría de Pontevedra tendría que empezar a acuñarse el verbo chiringuitear, apenas quedan playas sin un local acondicionado para tomarse un refresco o el brunch a ritmo de música en vivo y con los pies tocando la arena. Porque el verano ya no está solo para tumbarse al sol con la nevera de playa, ahora los locales a la orilla del mar se han sofisticado para convertir los dos lados de la ría de Pontevedra en una ruta casi obligada de chiringuitos. Algunos conservan la esencia con la que nacieron y otros se reinventan cada verano para ganar clientela. La competencia ha puesto en la picota la costa de O Morrazo y la de Sanxenxo.

Durante años, la cara norte de la ría lideraba este sector gracias al bum turístico que siempre acompañó a Sanxenxo. Ese tirón estival abrió el ojo a muchos emprendedores que vieron un nicho de mercado el servir bebidas a los bañistas. «Empecé en 1996 como una alternativa a trabajar de noche», explica Manuel Rea, responsable del Kiosko Aturuxo, en Area de Agra, en Sanxenxo. Con casi tres décadas de experiencia a sus espaldas, solo pide «que al otro lado de la ría se crezca bien, aun están a tiempo de no cometer los errores que se hicieron aquí». La explosión turística de las Rías Baixas lleva implícita la del bum de a hostelería a pie de playa. «Tenemos una joya que no podemos dejar de pulir», explica Rea, que sigue conservando la esencia del chiringuito de mojitos y caipiriñas y presume de no haberse convertido en un «centro comercial».

Muy cerca de él, Bico Beach, en Pragueira, apenas lleva tres años en marcha y ya se ha convertido en un lugar de moda gracias a su Smash burger. «La puesta de sol en esta playa y el tipo de carta hablan por si solas. Optamos por la parrilla americana», explica Adrián Castiñeiras, que compagina su faceta de actor con la de hostelero. «Buscábamos un sitio que no estuviese tan explotado en Sanxenxo y la playa de Pragueira era el mejor lugar, está algo escondido y nos obligó a remar mucho para hacernos un hueco», confiesa su impulsor, que asegura que lo mejor que tienen es «hacer que el cliente tenga una experiencia Bico Beach única». Su objetivo es convertir esta fórmula en un negocio de todo el año, al igual que hicieron Los 3 Monos de Aguete.

Abrieron pensando en los meses de verano y se han convertido en uno de los locales más populares de Galicia. No solo han abierto en Samil, sino que no cierran en todo el año. Muy cerquita de ellos está otro de esos sitios que hacen pararse a reflexionar. El chiringuito Carmela presume de tener desde una zona casi virgen de la playa de Portomaior la mejor puesta de sol de la ría. José Carrera regresó a cada después de cinco años en México con la idea de abrir un negocio en la playa con la premisa de la sostenibilidad.

Volvió al lugar «donde pasó la infancia» buscando el mejor ángulo para ver anochecer. «En el año de la pandemia el único plan guay que tuve fue ir a una fiesta en un chiringuito de playa», recuerda. Eso encendió la chispa de un negocio inmerso en la naturaleza y con la puesta de sol y una pequeña carta para cenar entre sus reclamos.

En este mismo lado de la ría que ha plantado cara a la costa sanxenxina lleva muchos años el Muiño Vello, en Lapamán. Saúl Paz y Luciano Núñez llevan más de una década detrás de la barra y explican muy bien el auge de O Morrazo. «El agua clara y cristalina de esta zona atrae a la gente y la vía rápida de Pontevedra hacia Bueu aumentó la afluencia de esta zona», recalca Paz, que como cuentan muchos hosteleros de playa montaron los primeros chiringuitos después de pasar muchas horas en la playa sin un sitio donde poder comprar una bebida.

Los mojitos y la tortilla de patatas lo convierten en uno de los preferidos de la costa de O Morrazo. Sus comienzos son parecidos a los del Chiringuito Sinás, en Raxó, donde Ángeles Tieso y Oliver da Silva llevan tres décadas al frente después de empezar vendiendo bebidas con la nevera de su abuela. Hoy tienen una carta de comidas cuidada, ponen música en vivo durante todo el verano y hace unos años recibieron un premio de sostenibilidad por convertir un contenedor de mercancía en su chiringuito. Eduardo Tacón aún no ha cumplido una década al frente del chiringuito de Aguete, en la misma playa de Los tres Monos. «Este lado de la ría conserva un encanto salvaje y natural que atrae a la gente, que haya más playas con chiringuitos es bueno para todos», explica este empresario, que ve en la competencia una gran oportunidad. «Nuestra brunch y la ubicación a la sombra de los árboles es nuestra mejor carta de presentación», reconoce Tacón, que aplica a su negocio algunas de las ideas que ve en Lisboa, donde vive por amor buena parte del invierno.

Uno de los últimos en abrir ha sido Carlos Fontán, que puso en marcha el Quiosco Areas para romper un poco con lo que se sirve en los chiringuitos a pie de playa. Recurre a otro clásico, el pollo asado, para triunfar en una de las playas más populares de Sanxenxo y cuelga el cartel de completo cada día. Incluso si hace mal tiempo.

La climatología es uno de los mayores problemas que encuentra quien emprende a pie de playa. Qué se lo digan a Carlos Castaño que tiene dos en Silgar, otro par en Canelas y uno en Montalvo. «Cada vez hay más competencia porque muchos de la noche se están pasando a este sector», explica este hostelero, que reconoce que está en una de las playas que mejor funcionan de la ría y que tiene los chiringuitos en régimen de concesión.