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Las casas rurales alzan la voz frente al creciente peso de las viviendas de uso turístico

ANA F. CUBA FERROL / LA VOZ

VEN A GALICIA

José Picallo, presidente del colectivo Turismo Sostible y propietario de la Casa do Morcego, en Valdoviño
José Picallo, presidente del colectivo Turismo Sostible y propietario de la Casa do Morcego, en Valdoviño JOSE PARDO

Varios colectivos piden que se paralicen las licencias de estos inmuebles y se regulen. En la provincia de A Coruña hay 4.964 registrados, el 35 % de toda Galicia

12 jun 2023 . Actualizado a las 18:38 h.

De las 14.157 viviendas de uso turístico registradas en Galicia, 4.964 (el 35 %) se encuentran en la provincia de A Coruña, según los datos de la Xunta. En junio de 2017, año en que se aprobó el decreto que regula este tipo alojamientos, eran 542 en toda la comunidad. El 1 de diciembre de ese mismo ejercicio ya sumaban 2.987. Frente al peso creciente de esta clase de negocios, el sector del turismo rural parece haberse estancado. En 2017 se contabilizaban 551 casas en toda Galicia y a 1 de febrero de este año, 540.

La Asociación Turismo Sostible de Galicia, constituida hace casi un año, reclama la paralización «de todo tipo de licencias de vivenda de uso turístico [VUT], ata que se regule claramente a actividade». «Este é o punto de partida, como lle explicamos á directora xeral de Competitividade de Turismo de Galicia [María Baleato], hai uns días. Sabemos que este é un problema global, que tamén afecta ao aluguer ou ás comunidades de propietarios. No noso caso, entendemos que é un agravio comparativo á hora de poder competir», explica José Picallo, presidente del colectivo y propietario de la Casa do Morcego, en Valdoviño. Turismo de Galicia no ha querido pronunciarse sobre esta reivindicación.

Esta entidad considera «insuficiente» la regulación actual, que define como VUT «las viviendas cedidas a terceras personas, de manera reiterada y a cambio de contraprestación económica, para una estancia de corta duración, amuebladas y equipadas en condiciones de inmediata disponibilidad». Para dar de alta una VUT basta con que el inmueble disponga de cédula de habitabilidad y licencia de primera ocupación, un seguro de responsabilidad civil, un registro de entrada de viajeros y un número de teléfono disponible durante las 24 horas del día. Además de firmar una declaración responsable y abonar 58,62 euros.

«O que pedimos é que teña os mesmos controis e esixencias urbanísticas que calquera outro servizo de hospedaxe, como hoteis ou apartamentos, e que se prohiban por parte dos concellos se houbese escaseza de vivendas de aluguer», remarca Picallo. El decreto fija que «los ayuntamientos podrán establecer limitaciones en lo que respecta al número máximo de VUT por edificio o por sector». De momento, Oleiros es el único que las ha vetado.

«Hai uns negocios que están regulados, como son os hoteis ou os albergues, e o que pretendemos é preservar ese sector. Non é xusto que haxa unha competencia deste estilo por parte dun tipo de vivendas que, ademais, xeran problemas para os veciños e contribúen á subida dos prezos do aluguer», aducen desde el gobierno de Ángel García Seoane.

Para la asociación que preside Picallo, «o reto máis estratéxico en materia turística en Galicia é xerar un modelo sostible e de calidade, capaz de acompasar esta actividade coas necesidades urbanísticas, ambientais e vitais das persoas que residen habitualmente nas cidades ou nos pobos». Sostiene que las VUT no se ajustan a estas máximas ni generan empleo —«case todo o fai o propietario»— y demandan «un marco legal claro», que les permita «coexistir».

Jesús Lema, integrante de Turismo Sostible y responsable de la Asociación de Turismo Rural Muxía Natural, alerta de la reconversión de algunas casas rurales en VUT, «por el menor gasto que supone», algo que la Xunta no avala. «Vemos un agravio comparativo y una competencia desleal, entre comillas, porque aunque están permitidas, la ley no les exige los mismos requisitos, ni inspecciones de Turismo o de Sanidade, para que la gente que se aloja tenga unas garantías... tampoco pagan IVA, lo que supone una diferencia muy grande en el precio», esgrime este empresario de la Costa da Morte.

Lema advierte del riesgo para el sector de asociar «turismo rural con VUT», por los estándares de calidad, «contrapuestos»; y alerta del «bajo» movimiento económico que originan donde se ubican, «a diferencia de hoteles, casas rurales o pensiones».

María José Piñeira, grupo ANTE (USC): «La oferta de alquiler se ha desplomado en Santiago y los más afectados son los 30.000 estudiantes»

El Grupo de Investigación de Análisis Territorial (ANTE), un equipo interdisciplinar de la Universidade de Santiago de Compostela ((USC), forma parte de la Plataforma por la Regulación de las Viviendas de Uso Turístico, creada justamente con ese fin. «También participan las asociaciones de vecinos, hosteleros, inmobiliarias... vamos todos en la misma línea, queremos que se regulen las VUT de forma efectiva», indica María José Piñeira, una de las investigadoras de ANTE, que está desarrollando un proyecto sobre el acceso a la vivienda, financiado por el Gobierno central.

«La oferta de alquiler se ha desplomado en la ciudad de Santiago y los más afectados son los 30.000 estudiantes, que se están teniendo que ir a las periferias, ya no a la primera corona sino más allá, a Padrón, Negreira o la sierra de Outes», apunta Piñeira. Señala que «el problema viene de atrás, pero se ha acentuado y ya hay gente que se está yendo a las universidades de Vigo o A Coruña, porque allí la tensión residencial no es tan grande».

Pero las consecuencias de este fenómeno van más allá. «Ya afecta al alquiler de toda la población. Sin esa oferta los precios se disparan más y se genera una bolsa de ciudadanos insolventes que no pueden acceder a la vivienda. Hay colectivos que lo están padeciendo mucho, no solo los estudiantes», recalca Piñeira.

Dulcinea Aguín, presidenta de la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia
Dulcinea Aguín, presidenta de la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia Ramón Leiro

Dulcinea Aguín, presidenta de Aviturga: «Sabemos lo que somos y dónde estamos... esto es el libre mercado»

Dulcinea Aguín (Sanxenxo, 1971) preside la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia (Aviturga), una entidad creada en 2017 «para que los propietarios de VUT también estuvieran representados cuando la Xunta las reguló». Cinco años después cuenta con una central de reservas propia, Vitgal, y una escuela de anfitriones, para formar a los dueños de las casas, página web y redes sociales con varios miles de seguidores. Y colabora con Turismo de Galicia en la plataforma Legalíciate, que detalla los trámites a seguir para regularizar una VUT.

—Varios colectivos piden que se regulen las VUT.

—Ya están reguladas desde 2017.

—Una regulación más exigente.

—Es un debate estéril y superado. La gente que utiliza una VUT no quiere otro tipo de alojamiento, y viceversa. Hoy en día, las VUT te permiten viajar a cualquier punto de la geografía gallega. Tenemos poca memoria. En plena pandemia, fue lo que permitió que la gente pudiese venir de vacaciones, y aprovechamos para afianzar y hacer crecer Galicia como destino turístico, poniendo en valor todas sus fortalezas. Aviturga salió en todos los medios nacionales y conseguimos que la gente que vino por primera vez repitiese.

—Galicia ya era destino turístico...

—Sí, pero hay concellos de interior que no tenían turismo y ahora están petados, porque la gente cambió su modelo de vacaciones.

—Hay asociaciones que reclaman que las VUT paguen el IVA.

Pagamos más impuestos que un alojamiento normal. Hay propietarios que pagan más del 35 % del IRPF, mucho más que los que nos critican, que además tienen ayudas covid, para el cambio de colchones, para eficiencia energética, pueden acogerse al bono turístico y pueden deducir los gastos de todo el año aunque tengan el hotel cerrado. Si tienes vacía una VUT tienes que pagar por una renta ficticia por ese período.

—También hablan de la calidad...

—Ya sabemos lo que no somos y dónde estamos, no podemos competir con los servicios que tiene un complejo de apartamentos... pero el precio también es distinto. No nos equivoquemos pensando «quiero eliminar esto para que me vaya mejor a mí». No, esto es el libre mercado. Hay VUT de diferentes precios porque las calidades son distintas, por ubicación y por los servicios que ofrece. El sector obliga a actualizarse de manera continua.

—Los detractores dicen que no generan movimiento económico.

—Los usuarios de las VUT que están en la Galicia más profunda, donde no existe otro tipo de alojamiento, comen en el bar, compran en la tienda... eso tiene un impacto económico en la zona. Ciertos negocios tienen la central de compras fuera [ironiza]. Nosotros trabajamos con empresas de lavandería, limpieza, pintores, albañiles, fontaneros, electricistas... Hacemos un desembolso para tener la casa al día, y sin subvención ni ayuda alguna.

—Las cifras indican que el sector ha crecido un 2.500 % desde 2017, en apenas cinco años.

—La mayor parte de las viviendas registradas ya se alquilaban antes de que se aprobara el decreto, otras se incorporaron después. ¿Dónde ha nacido el turismo en Galicia? En las viviendas, donde se alojaban los turistas en las zonas costeras [...]. Hay que hacer las cosas bien, quien va a un hotel no va a un apartamento o a un cámping o a una VUT.

—¿Por qué hay tanta demanda?

—Por las comodidades y la libertad que dan. Hay negocios que cierran cuando llega septiembre, hasta la siguiente temporada, y muchas VUT no. Contribuyen a alargar la temporada. Las VUT no son el problema. Si trabajamos juntos somos imparables, ir por separado perjudica al sector.