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Primeras compostelas infantiles para el proyecto escolar que encontró en el Camino de Santiago un remedio de integración

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

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Los alumnos del CPI Cernadas de Castro recibieron las primeras compostelas infantiles. Durante su peregrinación, que partió desde Porto do Son, tuvieron la oportunidad de conocer cada uno de los municipios por los que pasaron gracias a asociaciones locales y profesionales del sector turístico: en Muros descubrieron por qué la llaman «Vila de auga e sal», en Esteiro visitaron una lonja, en Outes aprendieron lo que es un astillero, en Noia vieron la elaboracion de los sancosmeiros, visitaron una central hidroeléctrica en Ponte Nafonso o las fervenzas de Toxosoutos, entre muchas otras paradas.
Los alumnos del CPI Cernadas de Castro recibieron las primeras compostelas infantiles. Durante su peregrinación, que partió desde Porto do Son, tuvieron la oportunidad de conocer cada uno de los municipios por los que pasaron gracias a asociaciones locales y profesionales del sector turístico: en Muros descubrieron por qué la llaman «Vila de auga e sal», en Esteiro visitaron una lonja, en Outes aprendieron lo que es un astillero, en Noia vieron la elaboracion de los sancosmeiros, visitaron una central hidroeléctrica en Ponte Nafonso o las fervenzas de Toxosoutos, entre muchas otras paradas. XOAN A. SOLER

Recibe los nuevos certificados un grupo del CPI Cernadas de Castro que completó el trazado por la ría de Muros-Noia desde Porto do Son

23 mar 2022 . Actualizado a las 12:17 h.

El domingo se entregaron las primeras compostelas infantiles en la Oficina de Acogida al Peregrino de Santiago. Las nuevas credenciales, inspiradas en los personajes de Os Bolechas, ya están en manos una veintena de niños del colegio Cernadas de Castro de Lousame de entre 6 y 7 años, que completaron el Camino de Santiago por la ría de Muros-Noia acompañados por padres y un par de hermanos. Su peregrinación arrancó el 12 de noviembre y duró 14 etapas, siendo la de este fin de semana una de las más largas y duras (9,65 kilómetros). Cuenta la tutora de 1B, el grupo que se embarcó en esta aventura jacobea, que todo empezó como un proyecto didáctico y se convirtió en un remedio para la integración de algún nuevo alumno con necesidades especiales y dificultad para conectar con el resto.

«Uno de los tramos de esta ruta histórica reconocida hace poco por la Iglesia pasa por Noia y Lousame, y hay niños en clase de estos dos concellos. Es un itinerario aún sin explotar y se me ocurrió hablar de él en clase como un proyecto de cercanía, llamado Pasiño a pasiño facemos o Camiño. Al principio, se planteó como un tema para abordar entre los contenidos lectivos, pero, para que todos se implicasen al mismo nivel, propuse a los padres hacer el Camino de Santiago con los niños. Y, por sus trabajos, lo más fácil era hacer las etapas los domingos», explica Ana Belén Vázquez Torrado. La maestra nominada a mejor docente de España junto a otros 13 profesionales gallegos hace un par de años asegura que «sin el esfuerzo de las familias no habría sido posible, y se lo agradezco infinitamente».

Unas 45 personas, entre pequeños y adultos, vivieron la experiencia y destaca la profesora que en sus 30 años como docente no había visto tal implicación por parte de las familias, dispuestas ya a continuar el Camino hacia Fisterra. «El objetivo del proyecto se cumplió, tanto a nivel pedagógico, como a nivel afectivo e incluso social. Superó con creces las expectativas de integración y cohesión del grupo. De hecho, al principio había algunos que no se relacionaban con el resto y acabaron sus compañeros peleándose por ir con ellos en cada etapa», relata. Cuando llegaron a Lousame, participaron en una jornada de convivencia en el entorno de Toxosoutos, en donde hubo cuentacuentos, música, comido e incluso la celebración de un cumpleaños. Como colofón, en el Obradoiro les esperaba la directora del centro, Pilar Covas, y una actuación musical. Las componentes de A Tajea (de Outes) recibieron por todo lo alto a los menores, que acabaron la gesta vestidos de peregrinos, con una mezcla de cansancio y emoción, mientras que las lágrimas de orgullo se escaparon más de un padre y madre en la meta jacobea.