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A Pontenova prepara la que será la única galería minera abierta al público en Galicia

José Francisco Alonso Quelle
JOSÉ ALONSO A PONTENOVA / LA VOZ

VEN A GALICIA

CARLOS MORADO

Se entrará con arnés, frontal de luz y casco, como los mineros en 1910

23 ene 2022 . Actualizado a las 21:25 h.

El concello lucense de A Pontenova (2.201 habitantes), que sufre como tantos otros en Galicia el goteo de la pérdida incesante de población, tiene en sus antiguas minas de hierro su razón de ser, pero también su futuro, un diamante por explotar que está levantando enormes expectativas. La posibilidad —única en Galicia— de acceder a una verdadera galería subterránea como hacían hace un siglo los mineros, con casco, frontal con luz y arnés, y la excitante experiencia de lanzarse por una tirolina de 330 metros de longitud que recrea al antiguo teleférico aéreo que trasladaba el mineral hasta el horno de fundición de Boulloso, lo justifican. También explican el aluvión de reservas desde toda Galicia y Asturias que amenazan con saturar a la empresa promotora, Xesteco, la única que se presentó al concurso convocado por el Ayuntamiento para hacer de las viejas minas un referente del turismo activo y cultural en Galicia.

CARLOS MORADO

Las de A Pontenova fueron, junto con las de Viveiro, las minas de hierro más grandes de Galicia, y su mineral de los primeros en operar en el mercado internacional del hierro, siendo exportado a Alemania, Inglaterra, Francia y Bélgica. De entonces quedan vestigios como seis hornos de fundición, parte del trazado del ferrocarril que unía A Pontenova con el puerto de Ribadeo (de 34 kilómetros, para lo que fue preciso perforar 13 túneles y levantar 6 puentes) y, por supuesto, las cinco minas. La Consuelo (que era de las más pequeñas) tiene ocho niveles, tres superiores y cinco inferiores, y de momento los espeleólogos han topografiado tres kilómetros, siendo la segunda cavidad más extensa de Galicia, tras las Covas do Rei Cintolo en Mondoñedo.

Con pico y pala 

El reto era mostrar este patrimonio en conjunto al público y se va a hacer en cuestión de días con la Ruta das Minas. La idea original era acceder solo a la entrada de la mina, al nivel cero, pero se ha decidido ir un paso más allá y ofrecer la experiencia única de bajar al nivel menos uno. «Na rehabilitación tratamos de alterar o menos posible os elementos da mina. De feito, a obra fíxose con pico e pala, dun xeito totalmente manual e a galería parece unha cova natural. O acondicionamento sobre o nivel cero, sobre todo do chan que enlamaba moito, fíxose co material de escombro que quedaba da mina », señala Celtia Traviesas, de Xesteco, quien estos días se afana en la puesta a punto del complejo y en ultimar los requisitos previos a la apertura, como el plan de seguridad o los seguros.

CARLOS MORADO

El objetivo es mostrar la mina lo más aproximada posible a cómo era en la realidad y vivir la experiencia de los propios mineros. «Iso é o que pretendemos, e por iso descartamos poñer iluminación artificial. Tras comezar a ruta, dende os fornos, un guía irá explicando paso a paso toda a historia. Pasaremos unha ponte colgante e alí poñerase o arnés, anelándose á instalación, para baixar á mina ó nivel menos un, a uns doce metros de profundidade. É un descenso que hai que facer con coidado, pero sen especial dificultade. Ó saír quen queira poderá lanzarse pola tirolina ou seguir a pé hasta o forno de Boulloso. E dende alí, volver ó punto de saída polo percorrido do tren mineiro», explica Celtia Traviesas.

«A mina Consuelo abriuse en 1905 e pechouse nos anos 20 do século pasado. Coa crise da demanda do ferro, decidiron prescindir dun dos grupos, o de Boulloso, e desmontaron dous dos fornos para levalos para construír un máis, o quinto, en Vilaodriz», explica Carlos Morado, técnico de turismo de A Pontenova y un experto en la historia de las minas. Conoce bien la Consuelo y en su boca se suceden los epítetos: «No nivel catro hai un lago en suspensión que parece unha piscina olímpica. Tamén ten leite de lúa, que se produce cando o carbonato de manganeso non chega a solidificar nin diluír coa auga e parece un río de leite. A nivel espeleolóxico é un verdadeiro laboratorio de cores e formas», añade.

En A Pontenova se llegaron a explotar cinco minas de hierro; del grupo Vilaoudriz, la Luisa, Vieiro y Eneas, y del grupo Boulloso, la Consuelo y Boulloso, con los sobresaltos de una guerra civil y dos mundiales. El último ferrocarril minero circuló en 1964 y el cierre definitivo llegó un par de años después, cuando lo dejó una propiedad de antiguos mineros. Los altos hornos se mantienen en pie, como testigos del pasado. Y ahora las minas regresan, con una nueva vida que mostrar.