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A Tulla Comobocata, una bocatería abierta hace solo 3 meses en Compostela, ya es el mejor «fast good» español

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

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Miguel Otero y Manuel Nouche, a las pocas semanas de inaugurar en Entrerrúas A Tulla Comebocata, muestran una de sus propuestas, elaboradas con pan de autor santiagués, el de A Moa.
Miguel Otero y Manuel Nouche, a las pocas semanas de inaugurar en Entrerrúas A Tulla Comebocata, muestran una de sus propuestas, elaboradas con pan de autor santiagués, el de A Moa. XOAN A. SOLER

Los usuarios de la Guía Repsol eligieron al nuevo establecimiento del casco histórico como ejemplo de la comida rápida, y honesta, hecha a fuego lento

02 dic 2021 . Actualizado a las 11:43 h.

En las últimas semanas, la hostelería compostelana acapara premios nacionales. El más reciente, ha recaído en una bocatería abierta hace solo tres meses en el casco histórico. Se trata de A Tulla Comobocata, que en un tiempo récord se ha convertido en el mejor fast good de España. Así lo han decidido los usuarios de la Guía Repsol, que eligieron al negocio dirigido por Miguel Otero y Manuel Nouche como ejemplo cómo hacer de la comida rápida algo bueno y honesto. Ellos defienden que «facer un bo bocata é unha cousa moi seria» y se han empeñado en dignificar el bocadillo, tan querido y denostado a la vez, empezando por la materia prima.

En el joven establecimiento de la Ruela de Entrerrúas se enorgullecen de trabajar con producto gallego de proximidad, «fresco e de primeira calidade». Cuentan con un aliado que es sinónimo de excelencia, la panadería compostelana Pan da Moa, con la que han trabajado para adaptar el pan de cada pepito, hamburguesa, bikini, focaccia, chapata o bollo para sus creaciones, que se alejan del concepto de fast food. «Todo é cociñado e feito por nós moi lento. Por iso os nosos bocatas son tan especiais», dicen. Por ejemplo, hacen las carnes como el codillo, el jamón asado o la costilla de vaca a baja temperatura durante 16 horas.

Desde el primer día, la intención fue ofrecer una cocina diferente, callejera, divertida y gustosa, afirman los gerentes, que ya se asociaron para inaugurar en diciembre del 2018 Comovino, a solo unos metros de su Comobocata. Añadieron en este caso un apellido al nombre del bar anterior, A Tulla —uno de los clásicos que no superó la pandemia—, aunque nada tiene que ver lo que hay hoy con lo que había antes. Las famosas croquetas de grelos y cocina tradicional gallega de sus predecesores dieron paso a una propuesta más desenfadada, en la que la cuchara queda relegada ahora a los vasitos de sobremesa caseros de la bocatería, cuyo local se sometió a un buen lavado de cara. En lo que sí han cogido el relevo del antiguo establecimiento es al incluir opciones vegetarianas en su carta, que también ofrece alguna ración y con la que se han ganado un lugar entre los locales de Santiago distinguidos con los Soletes de Repsol en la temporada de otoño-invierno.

Sobre el premio nacional, comenta Nouche (chef y responsable de la parte de cocina) que fue una grata sorpresa: «Es un reconocimiento bastante grande. Nos motiva muchísimo y nos da mucho ánimo, llevando tan poco... Ahora hay que estar a la altura». Parece, visto el galardón y la buena acogida, que los nuevos propietarios son dignos sucesores y continúan dando razones para visitar una de las terrazas más discretas de la ciudad. Se encuentra escondida en medio del popular callejón con salida que une las dos calles más antiguas de la zona monumental (Rúa Nova y O Vilar), un atajo para los compostelanos transformado en los últimos años en un atractivo turístico por su estrechez, solo superada por la de la rúa da Oliveira.

La ruela de Entrerrúas, en una foto de archivo del año 2011, llena de turistas sacando fotografías en el estrecho atajo entre la Rúa Nova y O Vilar
La ruela de Entrerrúas, en una foto de archivo del año 2011, llena de turistas sacando fotografías en el estrecho atajo entre la Rúa Nova y O Vilar PACO RODRÍGUEZ