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Sombras que dan las horas en Barbanza

Marta Casais
m. casais RIBEIRA / LA VOZ

VEN A GALICIA

La comarca está llena de relojes de sol repartidos por pazos, hórreos, iglesias y viviendas

11 oct 2021 . Actualizado a las 15:38 h.

Saber leer las manecillas del reloj es de las primeras habilidades que se aprendemos para situarnos en este mundo. Por eso puede resultarnos extraño concebir cómo nuestros ancestros eran capaces de medir el tiempo sin estos mecanismos. Cada cultura tenía su forma de hacerlo, pero en el área de Barbanza había predilección por los relojes de sol. Muchos de ellos todavía se conservan, algunos mejor que otros, todos a la merced del astro rey para su funcionamiento.

Porto do Son

Hórreos. En la localidad sonense es dónde más se encuentran este tipo de instrumentos, y estos se localizan sobre todo en los hórreos de la aldea de Baroña. Colocar los relojes sobre estas estructuras bien podría haber sido una costumbre entre los canteros que las construían, pero también tenía un carácter práctico poder medir el paso del tiempo para administrar los riegos. Además, en la mayoría de las casas rurales hace 200 o 300 años no tenía sentido contar con uno mecánico, entonces bastante imprecisos. Era siempre mejor opción colocar un reloj de sol en los hórreos, para controlar cuándo empezar o terminar de trabajar.

Outes

Ermitas. En los lugares de reunión se encuentran muchos de estos restos etnográficos. Las congregaciones religiosas eran una parte central de las vidas de los vecinos gallegos, por eso es natural que la mayoría de los grabados para medir el tiempo se encuentren situados en los laterales de iglesias. El más prominente se encuentra en la capilla de Nosa Señora do Carme, del año 1768 y con la inscripción AMP (que se lee Ave María Purísima). En la localidad también hay otro en la iglesia de San Cosme, en la fachada lateral. Este contiene también marcaciones de las medias horas e incluye las horas desde las tres de la mañana hasta las tres y media de la tarde.

Muros

Convento de San Francisco. Fundado como crematorio en 1233, se transformó con la construcción de la capilla románica dedicada a Santa Mónica do Rial. No empezó a operar como convento hasta el 1432 y, de acuerdo con las inscripciones, el claustro no fue terminado hasta el 1646. Es allí donde se encuentra, en la cubierta, un reloj de sol del que se conserva el gnomon, la pieza para proyectar las sombras. En el concello también se conservan otros en las iglesias de San Xoán y Virxe do Camiño, además de en las fachadas de algunas construcciones emplazadas en el centro urbano.

Noia

Casas privadas. Al contrario que en el resto de municipios, las pocas manecillas que se conservan se localizan en su mayoría en residencias privadas del núcleo urbano.

Lousame

Casa Carou. En este hórreo hay no uno, sino tres grabados culminados por una esfera de granito. El bloque está ligeramente desviado para que los relojes funcionen correctamente.

Carnota

Mal conservados. En esta localidad apenas perviven tres marcadores de tiempo. Dos de ellos están en iglesias, la de Santa Comba y la de San Mamede, respectivamente, pero en ambos casos las demarcaciones de las horas están demasiado difuminadas para poder leerlas.

Ribeira

Aguiño. En la capital comarcal apenas se conservan relojes de sol. Los únicos tres se encuentran en las parroquias de Aguiño, sobre un cruceiro; en la de Carreira, indicando un taller de cantería, y en Artes, sobre un hórreo que corre peligro de desaparecer.

Rianxo

Isorna. Cuatro viviendas rurales completan la ruta de los instrumentos para marcar el tiempo. En este caso, solo se conoce la fecha de uno, situado en una vivienda de la plaza Faustino Rey, fechada en el año 1739. En la vivienda de José de Arriba existe uno colocado en una de las paredes del cobertizo, bajo un árbol, y otro situado en un muro de la casa. El cuarto y último está en Cestelo.