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Aldeas de Barbanza que vale la pena descubrir

M. X. Blanco / Alvite / Martelo RIBEIRA / LA VOZ

VEN A GALICIA

Aldea de Taramancos, en Noia
Aldea de Taramancos, en Noia marcos creo

Destacan por su estado de conservación, el patrimonio que atesoran o las vistas que ofrecen

26 sep 2021 . Actualizado a las 19:02 h.

Los principales núcleos de población y su radio de influencia encierran buena parte de los grandes atractivos de Barbanza, pero entre el mar y la montaña que marcan los límites de la comarca se ocultan un puñado de aldeas con encanto que vale la pelan descubrir. Por su buen estado de conservación, su patrimonio o incluso las vistas que ofrecen, estas son las once de visita obligada.

Carnota

Caldebarcos. Los elementos de la arquitectura popular marinera que conserva son el punto fuerte de Caldebarcos. Casetas de marineros, molinos de agua y restos de fábricas de salazón permiten conocer en este núcleo la esencia del municipio. En sus límites encierra además una pequeña parte de la gran playa de Carnota.

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Noia

Taramancos. Dicen de ella que es una aldea suspendida en el tiempo, quizás porque conserva casas y corredoiras de la época de su vecino más insigne, el escritor Antón Avilés. A ello se sumas la paz que se respira en Taramancos y su estratégica ubicación, cerca de la playa de Testal.

Lousame

Vilas. Más allá de las espectaculares vistas que ofrece hacia dos rías, Vilas encierra en su media docena de casas la esencia de lo que es una aldea. Entre sus atractivos hay una sobreira cuya copa abarca un centenar de metros. Alguna vivienda conserva huellas del esplendor de la época del wolframio, cuando tres bares daban servicio a los trabajadores de las minas de San Fins.

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Muros

Bornalle. Además de en su caso histórico y en sus imponentes playas, el encanto de Muros reside en pequeños núcleos de población como Bornalle, en Abelleira, donde se concentran más de dos decenas de hórreos repartidos por las angostas calles que desembocan en la ensenada del mismo nombre. Otra aldea digna de visitar es la parte alta de Louro, cuyas callejuelas invitan a perderse y entablar conversación con los vecinos. En la relación tiene que figurar Tal, un lugar que engancha por las casas de estilo marinero.

 A Pobra

A Crocha. A orillas del Lérez se sitúa uno de los pequeños núcleos con encanto de A Pobra. Las pequeñas cascadas que forma el río, un majestuoso puente y hasta una zona con patos convierten A Crocha en una aldea especial, que llama la atención de visitantes de todas las edades.

 

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Mazaricos

Arcos. Con casi un centenar de núcleos y una particular orografía salpicada de montes, ríos y llanuras, no resulta difícil encontrar multitud de aldeas con encanto en Mazaricos. Una de ellas es Arcos. Situada a los pies del embalse de Santa Uxía y del emblemático monte Pindo, destaca por el buen estado de conservación de sus viviendas de cantería y de construcciones tradicionales como cruceiros, hórreos y palomares. Toda la parroquia tiene un innegable atractivo que también puede disfrutarse en O Fieiro, Cabanude o Enxilde.

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Outes

Outes. La orografía de Outes permite descubrir pequeños tesoros dominados por el mar y el monte. Adentrarse por las carreteras secundarias y caminos lleva a encontrar núcleos que conservan parte de la historia del municipio y sus gentes. Es el caso de Outes, aldea que da nombre al concello, cuya maravillosa iglesia da la bienvenida a los visitantes y es la entrada a un lugar caracterizado por sus calles estrechas, sus casas de piedra y la antigua unitaria. También destaca la localidad de Outeiro, en San Cosme, con una de las vistas más privilegiadas de la ría.

Rianxo

A Bacariza. Son varios los motivos por los que A Bacariza, en la parroquia rianxeira de Isorna, merece ser visitada. Los principales, el aroma a pasado que desprende, sobre todo a través de dos de sus elementos más llamativos, un puente y un viejo lavadero; y el monumento de las Trece Cruces. El descenso hacia ellas permite obtener una impresionante panorámica de la desembocadura del río Ulla.

  

Boiro

Bealo. Una de las aldeas boirenses que invita a echar la vista al pasado es la de Bealo, situada en la parroquia con el mismo nombre. Sus calles empedradas y una acogedora placita central permiten hacerse una idea de cómo mera la vida en comunidad en tiempos pasados. Un río, con puente incluido, redondean los atractivos de ese núcleo.

Porto do Son

Basoñas. El territorio sonense ofrece la posibilidad de perderse entre las aldeas esparcidas por la sierra o buscar el contacto con el mar, mediante los muchos núcleos que están pegados al litoral. Entre estos últimos está Basoñas, próximo a una playa espectacular, la de Espiñeirido, y a un mirador que ofrece vistas de infarto, el del monte Tahúme.

  

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Ribeira

Olveira de Arriba. Esta es una de esas aldeas que conservan buena parte de sus casas tradicionales. En alguna de ellas es posible ver los famosos patines, empleados en el pasado para almacenar las artes de pesca. La piedra también cobra relevancia a través de las calles y de dos cruceiros. De este núcleo parte uno de los caminos más antiguos que unen Ribeira con la popular ermita de San Benito de Seráns.