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De tequila, de cava, de vino...  Cinco sangrías que tienes que probar en Galicia

LILIANA GUERRA ABAD / ALEIX ÁLVAREZ / ALEJANDRO G. CHOUCIÑO / CARME D. PROL / NOELIA SILVOSA

VEN A GALICIA

ANGEL MANSO

Con fruta entra mejor, pero también con cava, vino tinto, blanco, tequila y un mix de licores. La fama de las sangrías que hacen estos locales gallegos los precede, y es pecado abandonarlos sin probarlas. El clásico se reinventa y vuelve a ser tendencia

26 ago 2021 . Actualizado a las 16:38 h.

No es un cóctel, ni un combinado, ni un tinto de verano. La sangría es una de esas bebidas de toda la vida, pero que tampoco se encuentra en cualquier bar. Ha tenido horas altas y bajas. Sin duda, en verano vive su mejor época, y este en concreto es una de las más demandadas. Así lo confirman cinco locales gallegos donde la tienen como una de las ofertas estrella de su carta. Resulta difícil leer reseñas de clientes que hayan pasado por ellos y no recomienden sus sangrías, mientras sirven litros y litros de ellas. Desde la más clásica de vino tinto hasta la de vino blanco, cava, licores y tequila, el clásico se reinventa y este verano es tendencia indiscutible. Proponemos una ruta por diferentes puntos de la geografía gallega donde pedirla es tradición, y no hacerlo, un pecado.

Con tequila en A Coruña

Y si lo que buscas es un cóctel atrevido y con un toque picante que te remueva, acércate al restaurante mexicano Tamarindo, ubicado ahora, en la calle Fernando Macías de Coruña. Allí te refrescas, sí o sí. El secreto de sus sangrías es el tequila, una bebida por la que apostó Miguel González Cabeza, dueño del restaurante, y que le ha dejado muchas sorpresas. «Tenemos tres tipos: una de vino blanco, una de vino tinto y otra de ginger beer. Las tres las hacemos con una base de tequila y Cointreau (licor de cáscaras de naranjas) fusionadas con canela y todas llevan purés de frutas naturales, frutos rojos, rodajitas de lima, y una ramita de hierbabuena -explica Miguel-. Luego, cada una de las de vino se preparan con un poquito de amaro italiano, y al ponche de ginger beer le ponemos un poquito de vermú».

Cuando estaban en la calle Pondal, siempre ofrecieron esos tragos en la carta. Pero desde que cambiaron de local «quisimos subir la apuesta y le dimos una vuelta a toda la parte de coctelería, -agrega con satisfacción-. Las modifiqué para jugar un poco con los licores de base y con el tequila en todas las sangrías porque antes solo lo llevaba una». Ahora las tienen más elaboradas, y asegura, que a los clientes que ya les gustaban de antes, con las nuevas, se han superado todas las expectativas. «La sorpresa fue la del ponche de ginger beer que con el jengibre tiene un fondito picante y pensé que podría extrañar un poco -aclara- pero está gustando mucho. Es superfresca y divertida».

Y justo era esa la idea, marcar la diferencia, «que los cócteles fueran un pelín especial para maridar con los platos de la casa, donde el tequila es buen protagonista -resalta-. Y con el nuevo local más moderno, sencillo y luminoso, crecimos en un montón de clientes. El verano va siendo muy bueno para nosotros, tenemos gente todos los días y estamos contentos». El Tamarindo se renueva a tragos de sangría con tequila y un rico menú azteca. Si te atreves ¿a qué esperas?

Un error con final feliz

XOAN CARLOS GIL

Hace poco más de un mes, un pedido de vino tinto fue entregado en el Restaurante Nero. Pero, para sorpresa de todos, en su interior no venía lo esperado, sino que había vino blanco. Para aprovechar las botellas, las cabezas pensantes del local italiano comenzaron a idear un nuevo producto: el «Verano Bianco». Una bebida afrutada, fresca y bien decorada que te transporta automáticamente a las noches de verano en la playa.

En la copa, se congrega una base de hielo con la fruta del día recién cortada (variando desde frambuesas, fresas o ciruelas, hasta moras y manzanas), vino blanco y un poco de azúcar. En este caso, la sangría no lleva licor para que el sabor no sea «demasiado potente». Y, lo que comenzó siendo una confusión, terminó siendo un reclamo constante. «Nos hemos sorprendido con la demanda. En una noche solemos vender 20 copas o más», indica la encargada del restaurante, Carmen González. Satisfecha con el nuevo producto, la hostelera explica que es una bebida que conlleva su tiempo de preparación, pero que sin duda «merece la pena».

El local se localiza en el parque de la Alameda, en Vigo. Y, a pesar de haber abierto hace poco, justo después de la pandemia, el Nero ha obtenido una gran respuesta por parte de los usuarios. Seguramente, una de las causas de esta demanda sea su sangría de vino blanco. Con un coste de 3,9 euros, los clientes pueden disfrutar de una copa de 300 mililitros de sangría de vino blanco en la terraza. Y, en cualquier momento del día. «La gente la toma a todas horas. No tiene horario», explica González.

Caión la hace de licores

BASILIO BELLO

La llaman «sangría da casa» y no es para menos. Se trata de una elaboración que ha ido evolucionando desde que los actuales dueños iniciaron su andadura en el Asteria Beach en 1999. «Fómola mellorando co paso do tempo. Cando comezamos non lle botábamos tantas cousas como lle botamos agora», explica Guillermo Iglesias, propietario del local situado en pleno paseo marítimo de Caión. Es uno de sus grandes éxitos para acompañar las puestas de sol sobre el mar. «Nos últimos anos cada vez véndese máis. Tamén pídennos moito o calimocho, que o facemos diferente ao clásico e conta con boa acollida», señala. El secreto se encuentra en la perfecta combinación de distintas bebidas. En la actualidad le echan siete licores: «Ten licor de melocotón, de mazán, Martini blanco, ginebra, vodka, cointreau e licor de laranxa». En esta mezcla dejan la fruta cortada para que macere con naranjas y limones. «O que aguanta a froita é incrible. O de que o licor conserva iso é verdade», confiesa Iglesias. La elaboración no se queda ahí, sino que también le añaden azúcar, hielo, vino tinto y refresco de limón o naranja - según el gusto-. Sobre la elección del vino, el dueño matiza que es uno normal: «De feito, algunha vez témolo feito con Rioja e, aínda que parezca mentira, sabe peor. Cada cousa é para o que é». Una vez que tienen la sangría preparada, la sirven en una jarra -que cuesta 9,8 euros- con la que pueden tomar una copa ocho personas. «Hay xente que a pide para catro e así toman un par cada un».

Al albariño en O Grove

MONICA IRAGO

Casi tan importante como la propia sangría es el lugar en la que la tomamos, y para eso en el restaurante Villa Rolendis, situado en O Grove, tienen la opción perfecta: «Tenemos tres terrazas diferentes, dos de ellas pegadas a la ría con vistas a la isla de A Toxa, ideal para tomarse la sangría mientras disfrutas del ambiente del local», cuenta Fabián Rivas, el propietario del establecimiento. En este caso, han elegido el vino más popular de la zona para la elaboración de una sangría clásica pero muy especial, el albariño, y su receta consiste en «macerar fruta de temporada con licor de naranja y azúcar. Después, mezclan el albariño con refresco de naranja y limón, y vermú blanco», explica. Es una bebida que apetece en cualquier momento y en Villa Rolendis están preparados para servirla, «tanto para acompañar la comida, de aperitivo, o como toque final a una tarde en la playa».

El local destaca por su estilo vintage, «prácticamente toda la decoración y los muebles son de segunda mano o de anticuarios», cuenta Fabián. A pesar de que su concepto es totalmente moderno, es un restaurante con años de historia familiar: «Es una casa indiana de 1920, situada a 200 metros del puente de la isla de A Toxa. Lleva en funcionamiento 39 años, lo abrieron mis padres en el 82 y yo cogí el relevo hace tres años e hice una reforma de decoración y concepto», recuerda el responsable. Lo más especial de esa remodelación fueron los distintos espacios que consiguió crear, lo que hace que cada visita al restaurante parezca como una primera vez. El objetivo es que «cada cliente se sienta especial y como en casa, por eso cada mesa está decorada de una forma particular», asegura. Si llegar a este local para disfrutar de una sangría fresca te sabe a poco, puedes completarla con algún arroz o marisco, que son los platos estrella del restaurante. La sangría es muy importante, pero todo lo que la rodea, también.

En copa de cava en Santiago

Sandra Alonso

Ese es el caso de la crepería Cre-Cotte. En plena plaza de la Quintana de Santiago, es raro la mesa que no riegue la comida con su sangría. Hacen la clásica con su Rioja de la casa, pero la más popular es la de cava. «Empezamos a hacer la sangría cuando abrimos hace 24 años, tanto la de vino como la de cava, que es la que más aceptación tiene. Al principio la hacíamos también de sidra, porque en Francia las creps se tomaban con sidra, pero no salía igual», explica Lázaro Rodríguez, el propietario de un restaurante que el próximo año tendrá relevo en sus hijas, Paula y Marta, y su yerno Víctor. No tiene reparos en revelar la receta que piden tanto en su local. «Lleva naranja y limón exprimido, una cucharada de azúcar, coñac, lima y el cava. Cuanto mejor sea el cava, mejor te va a saber. Nosotros utilizamos un Brut Nature», dice Lázaro, que asegura que después de hacer la mezcla solo queda removerla bien y echarle un poquito de hielo para que esté lista.

El secreto de su frescor no radica tanto en el hielo como en el hecho de que conservan la fruta en frío. «La cortamos en el día y la guardamos en la nevera, por lo que ya está medio macerada. Eso sí, la sangría la hacemos siempre al momento y el hielo no se añade hasta el final», indica. Suelen servirla en jarra -media cuesta 11,50 euros y entera 13-, y en la mesa dejan unas copas de champán bajas para beberla. También la sirven en copas sueltas de balón, por si a alguno la jarra se le hace mucho.

«En cuanto sale la primera, la gente la mira y empiezan a pedirlas. Normalmente se pide más por la noche, en mesas de pareja y de grupo, y todavía triunfa más entre las mujeres», dice el dueño de la crepería, que asegura que sirve más sangría que vino y que las creps que más la acompañan son la Bretona (con lechuga, pollo, cangrejo, gambas y salsa rosa) y la Vikinga (salmón ahumado, queso finas hierbas, trigueros, canónigos, tomatitos y chutney de mango). Con sangría, dicen sus clientes, todavía saben mejor.