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Hemeroteca | Canto del pelegrín: La fiebre por la mascota desborda previsiones

N. M. SANTIAGO

VEN A GALICIA

Figuras de cerámica del Pelegrín.
Figuras de cerámica del Pelegrín. XOAN A. SOLER

En los concursos de redacción escolares del año pasado, el tema preferido era una posible carta que el Pelegrín escribiría a Cobi y a Curro hablándoles de las maravillas de la Galicia del 93. No podía imaginarse Luis Carballo que su pequeño dibujo de colores iba a ser tan famoso en esta época, al menos, como lo fue la cartilla de racionamiento en la otra: «Ningún hogar sin Pelegrín»

10 ago 2021 . Actualizado a las 16:33 h.

«Ponga un Vanguard en su vida», decía un slogan publici­ tario de los 70. Y se ve que la cosa funcionó, porque no que­ dó una película de Andrés Pa­ jares sin que apareciera el re­ clamo de marras.

Aunque todavía no se en­ cuentran Pelegrínes «hasta en la sopa», literalmente, sí ha lle­ gado la ocurrente mascota cuando menos a los postres.

En una cafetería del Villar, la cruz de toda la vida que coro­ naba las tartas de Santiago ha sido sustituida por un retrato en azúcar de la creación de Luis Carballo.

Los peregrinos que llegan a Compostela sueñan con dos metas: la Compostela y un pin del Pelegrín para enseñar a las amistades.

No hay producto de consumo made in Galicia que no lleve por algún lado la consigna xa- cobea: las servilletas y los mantelitos de los bares; los cartones de leche; los botelli- nes de cerveza; la guía de las páginas amarillas y todo tipo de mecheros, bolígrafos y cual­quier trozo de plástico que pueda ser coloreado.

El Pelegrín ha pasado tam­ bién, como si de una marca de ropa cara se tratase, a ser el blanco de falsificadores y oportunistas que intentan ha­ cerse un agosto paralelo.

La empresa concesionaria de la explotación de la mascota se las ve y se las desea para lu­ char contra el intrusismo de pi nes, gorras y camisetas «sin denominación de origen» que no llevan el sello de Fisterra.

Recientemente, los integran­tes de la Asociación de Comer­ ciantes de Compostela, Acotes, se comprometieron a vender en sus establecimientos única­ mente los productos oficiales, y la policía municipal cierra cada día una docena de chirin- guitos con material falso.

Pero en el complejo hostelero del Monte do Gozo, los res­ ponsables de las tiendas de souvenirs protestan porque consideran que todavía hay de­ masiada venta de productos falsos. «Xa me dirás a min cómo saco adiante un negocio que, por enriba de estar ubica­ do a desmán, vende un produc­ to semellante a un precio máis caro que un ambulante da rúa», comenta la propietaria de una de estas tiendas.

Las opiniones de propios y visitantes sobre la imagen del pequeño artilugio son tan va­ riopintas como las formas en que se presenta. «Es original, pequeñito y muy mono», dice Sandra, de San Sebastián.

Albert, de Barcelona, opina sin embargo que «parece her­ mano gemelo de Cobi, es igual de feo». Adolfo, de Vigo, no sabe explicar por qué lleva un pin xacobeo prendido en la so­ lapa: «No sé, quizás para que la gente se dé cuenta de que soy gallego, es que trabajo de viajante». Para su mujer, sin embargo, el pin es «toda una declaración de principios», porque, a su juicio, resume la identificación de quien lo lleva con la celebración del Año Santo y con la exaltación de Galicia, «que ya nos hacía fal­ ta», añade.

En los juegos infantiles, la pelota blanca y negra de toda la vida, o aquella azul que po­ nía Nivea, han sido sustituidas por pequeños balones del pele­ grín que se pueden adquirir en cualquier establecimiento del ramo por poco más de quinien­ tas pesetas. Y en las playas de Vigo hay más toallas del Xaco­ beo 93 que chicas en top-less, que no son pocas.

Los aficionados al arte de co­ leccionar muñecos sólo echan en falta a Pelegrín en un obje­ to: la tradicional lata de Co­ca-cola de toda la vida, que tantos curros, cobis y naranjitos exhibió en otras épocas. La bisutería de latón es qui­zás la máxima expresión del símbolo compostelano. Hace años, cuando las pequeñas con­ decoraciones se llamaban in­ signias y no pins, los coleccio­ nistas se volvían locos para en­ contrar un modelo exclusivo de las máquinas de coser Refrey o de Aguas de Mondariz, pero más por afán de coleccionismo que por identificación personal con el símbolo.

Un famoso queimador de las Rías Baixas, el gran Mariano, incluso pintó a rotulador un di­ bujo del Pelegrín sobre una vieira, con una leyenda manus­ crita que lo acredita como «Gran Maestro da Queimada Xacobea».Toda una fiebre, desde luego.